Globalización y bobalización

Editorial del diario La Prensa
Managua, Nicaragua

El triunfo del chavismo en las elecciones estatales del domingo recién pasado en Venezuela, fue contundente sin dejar lugar a ninguna duda. De 23 gobernaciones que estaban en disputa, 20 se adjudicó el partido oficialista, en tanto que la oposición únicamente pudo ganar 3 y solo la victoria del líder democrático Henrique Capriles, en el Estado de Miranda, impidió que la derrota fuese catastrófica, incluso que se perdiera la esperanza de derrotar al candidato sustituto de Hugo Chávez en una eventual próxima elección presidencial.

El oficialista Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV), violando la ley y la ética electoral utilizó para su campaña todos los recursos del Estado que tiene a su discrecional disposición. Y chantajeó a la población amenazando con que el Gobierno central no asignaría recursos económicos a los Estados donde triunfara la oposición. Lo único que no hubo fue un fraude formal en las votaciones y el escrutinio, porque el chavismo no tuvo necesidad de hacerlo.

En realidad, el factor determinante de la derrota que sufrió la oposición salvo en tres Estados, incluyendo al de Capriles, fue la abstención de 47 por ciento de los electores en contraste con solo el 20 por ciento que se abstuvo en la elección presidencial de octubre pasado. De manera que lo que decidió la derrota opositora fue precisamente ese 27 por ciento de abstención compuesto por potenciales votantes opositores e independientes, pues todos los chavistas fueron a votar por convicción y disciplina, o motivados por la desmesurada campaña mediática oficialista alrededor del agravamiento de la enfermedad de Hugo Chávez, o halagados con las dádivas del poder, u obligados por los 600 mil patrulleros electorales del PSUV.

Pero la misma oposición también contribuyó a su propia derrota, ya que la alta abstención entre la ciudadanía democrática e independiente se debió no solo a que el gobierno mañosamente convocó a elecciones en vísperas de Navidad, cuando mucha gente anda afanada en sus cosas familiares y personales, sino también a que muchos no fueron a votar porque creían que habría fraude, pues los opositores radicales habían divulgado masivamente la denuncia de que las presidenciales de octubre habían sido fraudulentas. De manera que no fue casualidad que la oposición triunfara solo en los Estados donde sus líderes llamaron a la gente a votar con confianza, sin temor al fraude y con la convicción de que el ventajismo oficialista podía ser derrotado con los votos, como efectivamente sucedió.

Sin embargo, independientemente de la importancia decisiva que tuvo la abstención para la derrota de la oposición en las elecciones estatales del domingo pasado, y aparte de las discordias internas que son infaltables en toda oposición, hay que reconocer que el chavismo sigue siendo una poderosa fuerza de masas en Venezuela. Esto se debe a que según estudiosos del mundo contemporáneo, en la actualidad no solo discurre el proceso de globalización económica y tecnológica, sino también un fenómeno de bobalización política masiva. Lo cual debe ser cierto, pues solo así se puede explicar que personajes como Hugo Chávez y Daniel Ortega puedan ser los grandes líderes de masas que son, para vergüenza y desdicha de sus propios países.

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