¿O mais grande?

Por Danilo Arbilla
Montevideo, Uruguay

Lo que nunca pudo Maradona ni en la cancha, ni en las estadísticas, ni con su particular estilo, lo está consiguiendo rápidamente y en silencio Messi: borronear de la memoria la figura del gran Rey Pelé. Para colmo, en estos días se conoció el ranking de la FIFA , la máxima autoridad del fútbol (soccer) a nivel mundial, en el que Brasil aparece en el lugar 18, el peor en su historia.

No son buenas noticias, pero seguramente no han de preocupar mayormente a la presidente Dilma Rousseff y el “ex” Lula da Silva. Según las últimas encuestas, si en estos días hubiera elecciones en Brasil, cualquiera de los dos las ganaría en primera vuelta y con comodidad, con por lo menos el 55% de votos.
Pero hay otras noticias que si bien por ahora no han afectado la gran popularidad de estas dos primeras figuras del Partido de los Trabajadores (PT), de todas formas deberían inquietarlas. Una tiene que ver con el caso del “mensalão” (compra de votos en el Parlamento durante el primer gobierno de Lula), por el que ya fueron condenados José Dirceu (jefe de Ministros al inicio del gobierno de Lula y su amigo personal y mano derecha) y otros altos dirigentes del PT. Este escándalo ha sobrevolado y rondado a Lula, pero este en ningún momento fue convocado por la justicia. pese a que uno de los implicados, precisamente quien destapó el caso, lo señaló como el principal artífice de toda la trama. Sin embargo, hasta ahora se ha dado por bueno que Lula “ingnoraba” el plan que se llevó a cabo desde la oficina de Dirceu ubicada a pocos metros del despacho presidencial.

Pero el tema se complicó en los últimos días: Marcos Valério, un publicista condenado a 40 años de cárcel, considerado como el ejecutor y responsable número uno del “mensalão”, denunció que entre otros “pagos” que se realizaban con el “dinero ilegítimo”, algunos correspondían a cuentas personales del entonces presidente Lula da Silva. Habrá que esperar, ahora, qué surge de las investigaciones judiciales: si se trata solo de una venganza del publicista que esperaba una mayor protección del PT al que tanto servicios les prestó, o si efectivamente el “mensalão” también alcanzó para pagar cuentas personales de Lula. Seguro que, de haber sido así ya es más difícil de creer que Lula ignorara lo que estaba ocurriendo. Esto es, que alguien le estuviera pagando sus cuentas sin su autorización, sin que él lo supiera y que, además, nunca se dio cuenta de que esas cuenta le fueron saldadas sin que él se ocupara de hacerlo o de ordenar que alguien lo hiciera.

En otro orden, en materia de rankings se supo que Brasil ha perdido el 6º lugar entre las economías globales, el que ha sido recuperado por el Reino Unido. Esto no debería sorprender, porque no es una novedad que ha habido un enlentecimiento en la marcha de la economía brasileña en los dos últimos años. El crecimiento del PBI para el 2011 fue del 2,7, y en el 2012 se prevé del 1, y se espera una suba del 3,3 en el 2013. Brasil ha perdido competitividad, y eso ha generado inquietud , sobre todo entre el sector empresario exportador que reclama medidas de estímulo.

Pero también hay otros sectores inquietos que comienzan a mostrar otras estadísticas diferentes a las de los índices de popularidad de los figuras políticas, incluso a los ranking sobre las grandes economías del mundo o de la FIFA, las que tienen que ver con el nivel de educación, con el índice de corrupción, con la transparencia y con los reales niveles de pobreza del “mais grande pais do mundo”.

* El texto de Danilo Arbilla ha sido publicado originalmente en El Nuevo Herald, de Miami.

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