Carnaval adelantado

Hernán Pérez Loose
Guayaquil, Ecuador

La Banana Republic está en todo su esplendor. Un carnaval asombroso, con arlequines, comparsas y antifaces, parece haberse tomado el escenario de su vida pública. Al menos hasta ahora, resulta que un buen número de altos funcionarios estatales habrían falsificado sus títulos profesionales y académicos, uno presentando una tesis de grado que ha sido copiada de un sitio que lleva el nombre del Rincón del Vago; otros mediante la copia en familia –probablemente mientras desayunaban todos juntos– de obras de conocidos pensadores de la ética contemporánea, incluyendo al famoso filósofo español Savater; otros no se hicieron tanto problema y falsificaron nomás “el cartón”; y, otros, menos ingeniosos pero más avezados, han mentido en su currículum.

Y todo esto mientras a varios jóvenes ecuatorianos que habían seguido posgrado en el exterior se les acaba de negar el reconocimiento de sus títulos con el argumento de que esos estudios de posgrado no son tan rigurosos como los que se reconocen como de cuarto nivel.

¿Para qué tanto trabajo –muchos se estarán preguntando– en irse a estudiar a Estados Unidos, Bélgica, Canadá o Inglaterra? ¿Para qué tantos años (y noches en bibliotecas…) para sacar maestrías, doctorados, posgrados o Ph.D., si al final en la Banana Republic resulta que los copiones y vagos no solo que ocupan altos cargos públicos sino que hasta dan sermones sobre la moral y la meritocracia desde los púlpitos del poder? (Y luego se quejan de una caricatura…)

Ahora se entiende porqué no pestañaron cuando se descubrió que la sentencia de los 40 millones no la había redactado el juez que la firmó sino que le fue hecha por terceros, y entregada en un pendrive la noche anterior. ¿Porqué se iban a asombrar de esta falsificación –una vergüenza que recorrió el mundo– quienes resulta que también han copiado sus tesis de grado y lo único que hicieron fue firmarlas? ¿Por qué esta gente no iba a premiar, como premiaron en efecto, al juez que falsificó esa sentencia?

Ahora muchos comprenderán por qué a estos señores les parece lo más normal que un buen número de magistrados de la Corte Nacional de Justicia haya hecho trampas para llegar a sus cargos, tal como lo denunció una comisión internacional, si ellos tampoco tuvieron empacho en hacer trampa para obtener sus títulos académicos y profesionales.

Ahora está claro por qué estos señores estarían distorsionando tranquilamente las estadísticas sobre la reserva monetaria y el endeudamiento externo, tal como sucede en Argentina bajo el asesoramiento del socio de Duzac, señor este que ahora al parecer disfruta en una piscina los dineros que Cofiec le dio, y parte de los cuales fueron transferidos a una cuenta en Suiza.

Frente a esta vocación de vida por los plagios, las falsificaciones y las trampas son explicables las dudas que tienen muchos sectores sobre la transparencia de las próximas elecciones, después de todo los responsables de dirigirlas son excolegas de gabinete de unos tramposos y falsificadores.

* El texto de Hernán Pérez ha sido publicado originalmente en El Universo.