¡Que pague Gutiérrez!

Eduardo Carmigniani
Guayaquil, Ecuador

Como no hay cuenta que no se pague, parece cercano el momento en que el Estado ecuatoriano se vea obligado a girar el cheque indemnizatorio a los exmagistrados de la Corte Suprema que, hace más de ocho años, fueron ilegítimamente defenestrados de sus cargos durante el régimen de Lucio Gutiérrez, para ser reemplazos por la tristemente célebre pichicorte, ocupada por las huestes del Prian, MPD, PRE y del propio gutierrismo. Fue un golpe con el que se instauró una dictadura, que duró hasta que, pocos meses después, el dictador cayó en las calles.

El caso es que los jueces echados tienen demandado al Ecuador en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, reclamando la restitución y una compensación económica; y según información oficial que consta en la página electrónica, la Procuraduría del Estado «…para precautelar la institucionalidad jurídica de la República, la vigencia de la Constitución y la existencia de una nueva estructura judicial representada por la Corte Nacional de Justicia…» se allanó parcialmente a la demanda reconociendo «…la responsabilidad internacional del Estado, derivada de la cesación de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, efectuada mediante Resolución del Congreso Nacional, durante la presidencia del ingeniero Lucio Gutiérrez».

El allanamiento parcial significa que el Estado acepta indemnizar a los exmagistrados de la Suprema, pero mantiene la tesis de que las medidas correctivas, en lo institucional, ya fueron adoptadas por lo que no cabe la reclamada restitución en sus funciones. Como corolario, más pronto que tarde habrá que girar el cheque. El punto entonces es si los responsables deben quedar en la impunidad. Verdad es que los diputados pueden argumentar que según la Constitución son irresponsables civilmente por sus votos. Pero el descabezamiento de la justicia fue al menos un hecho de decisión compartida con el Ejecutivo, sin cuyo apoyo no hubiese habido el respaldo armado indispensable para desalojar por la fuerza a los entonces jueces. Tocará, pues, pasarle el sombrero al coronel.