¿Quién nos defiende de las aerolíneas?

Gustavo Domínguez
Quito, Ecuador

La Dirección de Aviación Civil, poco o nada ha hecho por defender a los usuarios de los abusos que abiertamente y a diario cometen y han consumado en el tiempo las aerolíneas que prestan sus servicios en Ecuador. Los usuarios nos encontramos totalmente indefensos a las reglas unilateralmente impuestas por la compañías aéreas que se inventan multas por doquier, cobros adicionales por emisión de tickets en oficina, multas por cambio de horario o de fechas de vuelo, no devolución de valores pagados por pasajes no utilizados, expiración de pagos anticipados realizados en las compras de boletos que no se utilizan en el transcurso de un año, cobros por variaciones de tarifas que siempre juegan a favor de la aerolínea, incrementos exorbitantes de precios en los que ellos denominan temporada alta, precios especiales para pasajes comprados en caso de urgencia o para ser utilizados en ida y vuelta durante el mismo día, cobros excesivos por sobrepeso de equipaje, no devolución de dinero mediante el mismo mecanismo por el que fue cobrado, etc.

Los usuarios, por el contrario, y en contraposición a la reciprocidad que debe existir en toda relación, nunca somos retribuidos económicamente por las ineficiencias, retrasos, cancelaciones de vuelos, largas esperas para ser atendidos por un ejecutivo del área de servicios al cliente, demoras inexcusables en la entrega de equipaje en los aeropuertos, pérdidas, daños o retrasos en la entrega de equipaje, etc.

En los pocos casos en que existen indemnizaciones para el cliente, estas no son ni remotamente comparables a las multas y recargas que son impuestas unilateralmente por las empresas aéreas y de las que los usuarios no tenemos el más mínimo espacio de pataleo o de reclamo. Además, las compensaciones son generalmente impuestas en descuentos en nuevas compras de pasajes y ejecutables solamente dentro de un plazo determinado por la misma aerolínea.

Es necesario que las autoridades consideren que los ecuatorianos pagamos altos impuestos directos e indirectos por la utilización de los servicios aéreos, que en ocasiones pueden ser hasta superiores al 50% del valor de los tickets en los vuelos nacionales; especialmente si se utiliza el aeropuerto de Quito, que casi a un mes de su inauguración sigue todavía brindando un pésimo servicio a los usuarios. En el caso de LAN, la multa por el cambio de horario de un vuelo comprado y pagado en su página web, en muchos casos excede el 35% del costo del pasaje incluido los impuestos, y sin considerar la diferencia en el cobro de tarifas, que siempre es a su favor. Ni hablar en el caso de vuelos internacionales, cuando por algún motivo, el usuario no puede abordar su vuelo.

Todo esto, sin considerar la cadena de tributos que nacen desde las ordenanzas municipales con los substanciosos incrementos en los impuestos prediales, especialmente en las áreas aledañas a Tababela, impuestos por mejoras, y otros rubros adicionales que pesan sobre los ciudadanos de manera indiscriminada. Y está bien que se cobren impuestos justos, con la debida reciprocidad en la calidad de servicios que se deben prestar y que deben estar acompañados de las debidas garantías de defensa que nos merecemos los gravados y usuarios de estos servicios.

No es justo bajo ningún concepto que el ciudadano solamente sea visto como un sujeto pasivo y generador de los dineros necesarios para enriquecer a las empresas aéreas o engrosar  las arcas fiscales. Es necesario que alguna  autoridad se responsabilice de esta competencia para que defienda y proteja con rigor a los eternos  abusados. Si ya algo se ha hecho por defender a los usuarios de los atropellos en los cobros de tasas bancarias y de las compañías de telefonía celular, es hora de que las miradas gubernamentales se dirijan con inflexibilidad a las empresas aéreas.

Es muy fácil para cualquier usuario deducir que es explotado por el Municipio, por el aeropuerto, y por las compañías aéreas…todo en nombre del progreso y de la empresa privada, pero a costas del bolsillo del ciudadano.

No sé si la Superintendencia de Control del Poder del Mercado pueda ejercer su autoridad y comprobar todos los abusos que son, insisto, unilateralmente impuestos por las aerolíneas, o si sea urgentemente necesario que un Defensor del Usuario tome la bandera. Sabemos por experiencia, que para la Dirección de Aviación Civil, estas causas no son de su interés. Mientras tanto, seguiremos reclamando:  ¿Quién nos defiende de las aerolíneas?

@gusdominguezm

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