Francisco, el Conquistador

Gustavo Domínguez
Quito, Ecuador

Desde finales del siglo XV, partieron desde tierras europeas codiciosos conquistadores en busca de ganar fama, mares, tierras y tesoros. Con el objetivo de lograr su ambiciosa empresa, arrasaron a su paso no solamente con civilizaciones, territorios y riquezas, sino también con la historia y futuro de las culturas en cuyo territorio anclaron sus poderosas naves y marcharon sus ejércitos cargados de voracidad, enfermedades y perversidad. Los conquistadores, como dice Eduardo Galeano en su obra “Las venas abiertas de Latinoamérica”, practicaron con habilidad política la técnica de la traición y de la intriga, destrezas que los asistieron con enorme éxito al ejecutar su brutal embestida.

América, nacía entonces, sumida entre las peores pasiones y enfermedades terrenales; las traídas desde Europa que sumadas a los odios y rivalidades entre las tribus locales, doblegarían a nuestra América a su fatídica historia.

Cinco siglos han transcurrido desde que Europa sometió nuestra América, siendo la fe católica, la más rescatable de las imposiciones que se hicieran desde el viejo continente. Cinco siglos ha necesitado nuestra América hispana para devolverle a Europa, desde sus coloniales entrañas, un humilde y sencillo Conquistador. Un Cid que abanderando una batalla diferente, presenta con una noble visión a la pobreza,  la caridad y el servicio, como el único poder con que cuenta su venerable aventura.

Es que Francisco, no solamente ha desbordado esos cinco siglos de historia, también ha roto dos mil años de tradiciones y mitos católicos, para humildemente embarcarse en una misión de evolución y transformación de una de las más antiguas instituciones terrenales; actualmente desacreditada con serios e incómodos cuestionamientos, que han colocado a la iglesia católica en un estado de debilitamiento sin parangones en su historia moderna.

Francisco el Conquistador, propone caminar junto a su fieles en una cruzada rica de fe, con caridad, humildad, servicio y respeto al entorno en que vivimos, advirtiendo la necesidad de que aquellos que ostentan posiciones de responsabilidad en el área política, social y económica, dirijan sus acciones al servicio de los más pobres y se conviertan en custodios de la creación.

Francisco, nuestro carismático y sencillo Conquistador americano, el ahora más universal de los hombres que ha parido esta región del mundo, es un gran símbolo del cambio, de la ruptura entre el pasado y el futuro, de la victoria de la sencillez, del significado e importancia de servir, del triunfo de la humildad, caridad y de la ternura sobre el odio, la soberbia y la envidia.

Francisco el Conquistador, ha asaltado con su sencillez a millones y millones de corazones y voluntades alrededor del mundo. No le espera un camino fácil…oremos para que con su carisma y humildad, Dios le permita que esos hostiles territorios, simplemente sean menos difíciles de recorrer.

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