Un papa argentino

Joaquín Hernández
Guayaquil, Ecuador

Curiosamente, quienes más han insistido en que el papa Francisco I es argentino han sido sus más fervientes opositores, los intelectuales kirchneristas. Mientras el mundo pasaba de la sorpresa a la felicitación por la elección del nuevo Papa, Horacio Verbistsky, columnista de Página 12 publicaba el jueves 14 de marzo un artículo con el críptico título de «Ersatz». El propio Verbistsky aclaraba a los lectores el significado peyorativo de la palabra a propósito de Francisco I: «Pero lo que tengo por seguro es que el nuevo obispo de Roma será un ersatz, esa palabra alemana a la que ninguna traducción hace honor, un sucedáneo de menor calidad, como el agua con harina que las madres indigentes usan para engañar el hambre de sus hijos»…Y no contento con ello el domingo 17 de marzo reiteraba en su artículo «Cambio de Piel», insistiendo en que los documentos que demostraban la complicidad del nuevo papa con la dictadura eran «incontestables».

A todo esto, el caribeño presidente encargado de Venezuela había ya declarado al mundo que la elección del nuevo papa, originario de América del Sur, era una de las buenas acciones y de la capacidad de influencia en la corte celestial del difunto presidente Hugo Chávez. Y la Casa Rosada pasaba rápidamente de la concisión del mensaje lacónico de felicitación a ser la primera mandataria en visitar en Roma al primer Papa argentino, mientras en las calles de Buenos Aires las multitudes vitoreaban a Francisco I.

Que se sepa, el Papa es universal. No es para los argentinos, ni siquiera para los latinoamericanos aunque naturalmente puede conocer y estar más enterado de su país de origen o de la región que de otros a los que tendrá igualmente que conocer y tratar de entender para llevar su mensaje. En este sentido, la iracundia de Verbistsky y de otros intelectuales identificados con el régimen kirchnerista resulta incomprensible. En cuanto a sus acusaciones, los desmentidos han sido inmediatos por parte de las supuestas víctimas de delación a los que se han agregado reconocimientos de sacerdotes que fueron apoyados por el entonces arzobispo Bergoglio.

En un artículo «Caza de brujas», publicado en Clarín de Buenos Aires el 22 de marzo, el periodista Jorge Lanata con el criterio de que «el problema de subirse al ropero a dictar clases de moral es que se somete uno al espejo», planteaba a su vez preguntas incisivas sobre Verbistsky y su pasado desde que dejó la organización Montoneros en 1977 y su relación con el comodoro Juan José Güiraldes de la Fuerza Aérea Argentina.

¿Cómo explicar la iracundia de intelectuales como Verbistsky? ¿Producto de la lógica de los populismos latinoamericanos que exigen exclusivamente amigos incondicionales y consideran su misión destrozar por todos los medios a los que no piensan como ellos? ¿O la preocupación provinciana de creer que la agenda del nuevo Papa estará ocupada en competir con la presidenta argentina? El Papa tiene en este momento un mundo que cree y confía en él. Doña Cristina la devaluación imparable del peso argentino.

* El texto de Joaquín Hernández ha sido publicado originalmente en el diario HOY.

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