Militares incondicionales

Alberto Molina

Alberto Molina Flores
Quito, Ecuador

La Constitución de Venezuela en su Art.  328, dice: “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, (…). En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna…”.

El mandato constitucional es clarísimo pero la realidad es totalmente diferente; basta recordar las palabras del entonces  Comandante Estratégico Operacional de las Fuerzas Armadas, General Henry Rangel, quien en 2010 dijo que los militares no aceptarían una victoria de la oposición en las elecciones presidenciales de Venezuela de 2012, y que el ejército venezolano “no tiene lealtades a medias sino completas hacia un pueblo, un proyecto de vida y un Comandante en Jefe. Nos casamos con este proyecto de país… Un hipotético gobierno de la oposición a partir de 2012 sería vender el país, eso no lo va a aceptar la Fuerza Armada…”. Rangel fue Ministro de Defensa hasta  el año pasado, renunció y decidió terciar en las elecciones seccionales, ganó y se convirtió en gobernador del Estado de Trujillo; de las 20 gobernaciones que ganó el chavismo, 11 son gobernadas por militares.

El último acto oficial que hizo Chávez antes de partir a Cuba y morir, fue posesionar al Almirante Diego Molero como nuevo Ministro de Defensa; la respuesta de Molero fue un acto de incondicionalidad, impropia de un militar de honor: «¡Cuente con la lealtad plena de su Fuerza Armada Nacional Bolivariana! ¡Rodilla en tierra frente a usted mi comandante! ¡Independencia y Patria Socialista!, ¡Viviremos y venceremos». Cuando todos oraban por la salud de  Chávez, Molero hizo una invocación: “Mi comandante en jefe, necesitamos de su liderazgo y de sus desinteresadas gestiones para consolidar el socialismo y hacer de nuestra revolución el sistema de vida de los que amamos la libertad… sin Revolución o Socialismo no hay libertad, el capitalismo es esclavitud y más nunca volverá a Venezuela”.

Una vez anunciada  la muerte del Presidente Chávez, Molero, rodeado de la cúpula militar, declaró: «no le fallaremos al pueblo venezolano» y aseguró que cumplirán con lo establecido en la Constitución, «llamar a elecciones presidenciales» y la voluntad del comandante Chávez de votar por Nicolás Maduro y «darle en la madre a toda esa gente fascista de este país».

Y para que no quede tela de duda, proclamó: «Aquí hay un pueblo y una Fuerza Armada que está unida (…) Estamos para promover la ideología bolivariana y socialista que nos sembró nuestro comandante Presidente que perdurará en el tiempo».

Haciendo caso omiso, en forma deliberada, a lo que establece la Constitución, que la Fuerza Armada Nacional (FAN) “…está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna…”, el Almirante  Molero, dijo: «Quiero ratificar nuevamente que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana es revolucionaria, antiimperialista, socialista y chavista» y reiteró que los militares están dispuestos a luchar para que se cumplan los preceptos que dejó el presidente Chávez.

En Venezuela no hay autoridad alguna que obligue a cumplir la ley, el llamado a hacerlo es el Concejo Nacional Electoral (CNE), para que prohíba la intervención de los militares en política y sobre todo en la campaña electoral: “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, (…)”, sin embargo el Ministro de Defensa, aseguró que en los cuarteles trabajarían por la elección de Maduro en los comicios del 14 de abril, cumpliendo de esa forma, la voluntad del Presidente Chávez.

Un Jefe de Estado no puede cometer el absurdo de pretender hacer de las FF.AA. “su fuerza” o una fuerza de partido, por excelente que sea ese Jefe de Estado, porque generará un contrario, una oposición, un bando antipartido; lo que en poco tiempo originaría una fuerza dividida en facciones.

Dada las condiciones actuales del Ecuador, más que nunca el país necesita de una fuerza castrense profesional y estrictamente jerarquizada, con alta disciplina y cumpliendo estrictamente las misiones establecidas en la Constitución, por encima de los intereses coyunturales de cualquier partido, caudillo o gobierno de turno; se deben a la nación y tienen que responder a los intereses permanentes de sus ciudadanos. De esa forma no habrá el temor a ser reemplazada por ejércitos populares al servicio de cualquier sátrapa.

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