La institucionalidad democrática de Latinoamérica

Gustavo Domínguez
Quito, Ecuador

Latinoamérica sigue en pañales. Nos lo ha recordado sin tapujos los recientes eventos alrededor de la vida política venezolana. Los líderes de Unasur han cacheteado abiertamente al prestigio de la democracia de nuestra región, pues decidieron primeramente amparar a un compañero de club, marcado por las dudas de un proceso electoral lleno de denuncias de la oposición venezolana, ofendiendo innecesariamente la institucionalidad del alma de las democracia: su correcto sistema y administración electoral.

Lo que ha sucedido en Venezuela, es el peor escenario al que se aspira llegar en una elección democrática, en un diáfana e incólume democracia. Es que la obscuridad y el sumarísimo proceso con que se manejó la situación electoral de la República Bolivariana de Venezuela, la acerca más a ser el perfecto ejemplo de lo que jamás debe suceder en ninguna sociedad que se considere democrática; donde el ganador tiene todo el derecho de reclamar para si el triunfo, pero el perdedor, no pierde el derecho de denunciar irregularidades y pedir sean transparentemente aclaradas.

Venezuela, su Consejo Electoral, su institucionalidad democrática, lamentablemente, gracias a Tibisay y su imparcial equipo, se ha convertido en el manual perfecto de lo que se debe realizar para hacer trizas al concepto de trasparencia electoral. No se podría siquiera definir la palabra democracia, sin tener que precisar primeramente el significado de trasparencia.

Es que el Consejo Nacional Electoral venezolano no parece aceptar que su función no es ejecutar abiertamente todo lo que esté a su alcance para que se profundicen las dudas y la legitimidad de un gobierno que nace como un niño extremadamente prematuro; sobreviviente exclusivamente gracias a la ayuda de prolijos médicos, que con la asistencia de la tecnología logran el milagro de que los padres puedan ver a su retoño con vida, llenos de esperanzas…olvidándose momentáneamente de las profundas dificultades, sufrimientos y limitaciones que podrían acompañar al neo nato, si el caso fuere que logre sobrevivir.
Así nace el gobierno del autoproclamado hijo del difunto Comandante. El Presidente Maduro, que fue bautizado en sus funciones de manera inmediata por un grupo de países baptizadores del ala chavista, sumado a los parabienes de un grupo de amigos jefes de estado, no le hace bien a la cuestionada definición de democracia que sustenta el Socialismo del Siglo XXI.

No obstante que el argumento de ganar con amplias mayorías las elecciones anteriores se defiende, de una u otra manera, como un punto válido de analizar, no es la situación que confronta a los venezolanos después de su última experiencia. El caso de las últimas elecciones y sus resultado en Venezuela, solamente tiene puntos de defensa extremadamente escuálidos.

Creo que Unasur falló al no tener un más estricto apego al debido proceso y nitidez que demanda el respaldo a la democracia, y se dejó cautivar por una posición políticamente cómoda que beneficia a una persona sobre la institucionalidad que anhelamos fortalecer en América Latina.

Sabemos que el resultado oficial emitido por el CNE venezolano, cuestionado aún, es una situación extrema, pero como nos demuestra la realidad, posible de repetirse en cualquiera de nuestros países. Lo importante es que la institucionalidad de las democracias se fortalezca y jamás se debilite a costas de favorecer a un determinado candidato.

@gusdominguezm

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