Yachay ¿Por qué no? ¿Por qué si?

Gonzalo Orellana
Londres, Reino Unido

Al gobierno de Rafael Correa se le pueden hacer varias críticas, pero la falta de ambición no es una de ellas. Además de proyectos complejos o enormes como el Yasuni ITT o la refinería del Pacifico, el proyecto más ambicioso de todos, por su dimensión e impacto, es la llamada “Ciudad del Conocimiento” o Yachay, que conjuga una universidad de primer nivel, institutos de investigación públicos y privados, una zona industrial y semillero de empresas.

Los aspectos positivos de un proyecto como este son numerosos: atracción de talento humano, vincular la investigación científica con el mundo empresarial o incrementar la inversión en Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+I). Todo esto para consolidar un modelo económico que se aleje de la producción de “bienes primarios” que nos ha caracterizado. Siendo realistas, conseguir tan solo alguno de estos objetivos sería un gran éxito para el país.

Los problemas de un proyecto tan ambicioso son múltiples sin importar donde se desarrolle. El primero es evidentemente económico, pues implica una inversión considerable durante muchos años, antes de que empiece a producir beneficios. El segundo problema es crear una universidad de la nada y convertirla en un referente internacional en tiempo record; si consideramos que las mejores universidades del mundo son instituciones en muchos casos centenarias, vemos que ganar prestigio no es una tarea sencilla o de corto plazo. El tercer problema es que aún cuando tengas muy buena infraestructura, el principal activo de una institución educativa es su recurso humano, y por lo tanto Yachay tendrá que diferenciarse para atraer una gran cantidad de investigadores a un campus nuevo y poco conocido.

Pero además de los desafíos propios de un proyecto de estas dimensiones, hay una serie de problemas específicos de desarrollarlo en Ecuador. El primero es la calidad de los estudiantes, docentes e investigadores del país, no es ningún secreto que nuestra educación está lejos de la excelencia. Ninguna universidad ecuatoriana aparece en los rankings internacionales y aun considerando sólo rankings regionales, tampoco están entre las mejores de Latinoamérica. El objetivo del gobierno es crear una universidad líder a nivel internacional, y eso es algo en lo que Ecuador no tiene ninguna experiencia.

El segundo objetivo del gobierno es que Yachay sea un centro empresarial vinculado a la investigación universitaria, imitando centros como Silicon Valley o similares en Corea del Sur o Singapur. Sin embargo, si miramos la historia del primero por ejemplo, vemos que surgió gracias a la visión del entonces rector de la Universidad de Stanford que entendió que el tener mentes brillantes podía ser un buen negocio, para lo cual donó terrenos que rodeaban a la universidad para la instalación de empresas en su momento pequeñas o nuevas. Pero además del talento humano se necesitaron una serie de factores como: facilidades para iniciar nuevos negocios, una enraizada cultura emprendedora y la existencia de “venture capitalists” dispuestos a invertir en gente que lo único que tiene es una buena idea. Aunque la evidencia muestra un incremento de la cultura emprendedora en el país, los otros requisitos no los cumplimos, pues no solo estamos en malas posiciones en cuanto a facilidades de iniciar una empresa, sino que el financiamiento a nuevas ideas esta muy poco desarrollado. La creación de un «milagro» económico como Silicon Valley requiere de unas condiciones difícilmente replicables y Ecuador no es el primero ni será el último que intente copiar el modelo, en la mayoría de los casos sin éxito.

Pero Yachay no pretende únicamente ser un semillero de empresas nuevas, sino también atraer empresas extranjeras que quieran beneficiarse de las ventajas que ofrece el proyecto. Una vez más, una gran idea que choca con la realidad de que durante los 6 años de gobierno de Alianza País, el Ecuador se ha colocado como uno de los países menos atractivos para la inversión extranjera de la región.

Los párrafos anteriores son todas razones que invitan al pesimismo, sin embargo creo que el proyecto también tiene aciertos: el construir el proyecto por etapas, para poder ajustar la escala del mismo en caso de ser necesario, contar con el apoyo académico de prestigiosas universidades como CalTech, haber utilizado las experiencias de otros países para el diseño del proyecto o el ser considerado como estratégico por parte del gobierno.

El espacio de mejora de la universidad ecuatoriana es tan amplio que aun sin cumplir todos los objetivos planteados, seguramente el proyecto nos permitirá contar con una universidad de mejor nivel que el actual. Lo mismo se puede decir de la inversión en I+D+I, partiendo de niveles tan bajos, incrementarla no debería ser difícil y podría tener un gran impacto. Adicionalmente la creación de Yachay puede convertirse en un impulso para que el gobierno modifique su actitud hacia la inversión extranjera, como parece ya estar ocurriendo, o ayudar a visibilizar los problemas que muchos emprendedores enfrentan para empezar un negocio, y esto no se reduce a los sectores tecnológicos o industriales.

Resultaría muy fácil criticar o subestimar el proyecto o simplemente asumir que algo así no puede hacerse en Ecuador, sin embargo hay que decir que proyectos más ambiciosos y en algunos casos inverosímiles han tenido éxito en otros lugares. Es importante que como país empecemos a ponernos metas más altas, pero al mismo tiempo teniendo los pies sobre la tierra y evitando sueños faraónicos. Sabiendo que para que Yachay sea exitosa, el gobierno tendrá que hacer muchas cosas bien, incluyendo aspectos en los que lo ha hecho francamente mal en los últimos 6 años.

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