Alianza del Pacífico, otro sueño que da que hablar

Efrén Rodrigo Herrera
Waterloo, Canadá

Por estos días un nuevo intento de integración económica y comercial en América Latina está dando mucho de qué hablar.

Es la Cumbre de la Alianza del Pacífico, la séptima en un año de existencia de esta iniciativa que fue lanzada en la Declaración de Lima por Alan García cuando era presidente de Perú en 2011, pero que se echó a andar apenas en junio de 2012.

Mucho se han preocupado sus miembros, Chile, México, Perú y Colombia, por aclarar que «no se trata de un acuerdo de libre comercio» (TLC), como lo asegura un documento publicado por la presidencia de Colombia en su página de internet.

Sin embargo, los discursos de los presidentes en la Séptima Cumbre se centran en anunciar que viene en camino un acuerdo de desgravación arancelaria de todo el universo de bienes y que por lo menos el 90% de ese universo tendrá arancel cero. Y ese es tema fundamental en un TLC.

La Alianza le apuesta a un mercado común sin impuestos de importación, con reglas claras de origen, medidas sanitarias y fitosanitarias homogéneas, eliminación o racionalización de obstáculos técnicos al comercio y cooperación aduanera, entre lo más destacado.

Pero más allá de los sueños y de las buenas intenciones están los hechos. Como parte de la publicidad de la Cumbre en Cali, los documentos entregados a los periodistas daban cuenta de que la Alianza es un mercado potencial de casi 210 millones de personas, esto equivale al 38% de la población total de la región. Brasil tiene el 35% (195 millones de habitantes).

También destacaron el hecho de que, sumado, el Producto Interno Bruto (PIB) de los cuatro países equivale al 35% del PIB de la región. Brasil general el 45% del PIB de América Latina.

No se menciona la disparidad que tienen los cuatro en términos de PIB per cápita: 5.932 dólares en Perú, 7.114 dólares el de Colombia, en México 10.146 dólares y en Chile 14.403 dólares, según datos de los bancos centrales de cada país.

Durante la cumbre destacaron también el hecho de que el comercio exterior global de la alianza suma más de 500 mil millones de dólares, en términos de exportaciones, y otro tanto en importaciones. Lo que no aclaran es que esos valores representan la actividad comercial de los cuatro países con todo el mundo, no sólo el comercio ‘intra-alianza’.

Al analizar las cifras consolidadas de comercio exterior, con fuentes de los bancos centrales y de agencias de estadística de los cuatro países (entre ellas DANE, de Colombia; INEGI, de México y MINCETUR, de Perú) se deduce que, si el objetivo de la Alianza es ampliar el comercio entre los países miembros, hay demasiado camino por recorrer porque el volumen es poco, o nada, representativo.

El comercio global entre los cuatro, exportaciones más importaciones, apenas alcanza el 3.9% del total intercambiado hacia y desde el resto del mundo. Apenas llega a 43.835 millones de dólares, frente a 1.1 billones de dólares del comercio global total.

Al analizar la balanza comercial, es evidente la dependencia que los cuatro tienen, bien sea de Estados Unidos o de China, tanto en mercado de destino como de origen de los bienes y servicios transados.

Como era de esperarse, debido a su situación geográfica y a la existencia del Acuerdo de Libre Comercio (NAFTA, por las siglas en inglés) México es el de mayor dependencia comercial de los Estados Unidos.

El 77.6% de las exportaciones mexicanas fueron hacia la Unión Americana, mientras que el 49.9% de sus importaciones llegaron de ese país, según cifras de 2012. El 15.4% de las compras externas llegaron de China.

El total de exportaciones de México en 2012 fue de 370.914,6 millones de dólares, pero a Colombia apenas le envió el 1.5%, a Chile el 0.6% y a Perú el 0.4%. Y de las importaciones, 370.751 millones de dólares, solamente el 0.4% llegó de Chile, 0.2% de Colombia y 0.1% de Perú.

Del total de 78.812,8 millones de dólares exportados en 2012, Chile envió el 23.88% hacia China, el 12.1% hacia Estados Unidos y el 10.6% hacia Japón. De las importaciones, 79.278 millones de dólares, 22.56% son de Estados Unidos y 18.22% de China.

De los socios chilenos en la Alianza del Pacífico, el que más le compró en 2012 fue Perú (2.28% del total), seguido por México con 1.71% y Colombia con 1.16%, mientras que México fue su principal proveedor con 3.31% del total importado.

En Colombia ocurre algo muy similar. Su principal comprador es Estados Unidos, 36.5% de los 60.274 millones de dólares durante 2012, y también su principal proveedor con 24.1% del total de 59.111 millones de dólares importados ese año. A China le compró el 16.6% y a México el 10.9%.

Las exportaciones de Perú sumaron 45.277 millones de dólares y las importaciones 42.148 millones de dólares, en 2012. Estados Unidos le compró el 13.3% y China el 17%. De Estados Unidos importó 18.8% y de China 18.5%.

Aún no se sabe qué es lo que podría llevar a los cuatro países, y a los que se sumen en el futuro, a cambiar su dependencia comercial tradicional, especialmente cuando la oferta es casi la misma: bienes primarios, especialmente hidrocarburos, mineros y agropecuarios.

Por supuesto que la Alianza apenas comienza, que hay mucho por definir y que, además, está en manos de los Congresos de cada país refrendar acuerdos como la desgravación arancelaria.

También es cierto que, más allá de las fotos de los presidentes en la Cumbre, hay cosas para mostrar, como la eliminación de visados para turistas y misiones comerciales o la próxima apertura de embajadas conjuntas en países como Ghana y Singapur.

Pero ojalá esta Alianza no se convierta en un club más al que los presidentes de la región asisten para tomarse fotos y a firmar acuerdos que, dicho sea de paso, ya despiertan en los productores locales la zozobra, ante la falta de competitividad y a la cada vez mayor exposición a la competencia extranjera.

* Efrén Rodrigo Herrera es columnista de AP de Economía y Finanzas Personales

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