Re linchamiento

Lula Garay de Gilbert
Guayaquil, Ecuador

En la nueva ley de comunicación encontramos una figura llamada «linchamiento mediático» que, en términos de la calle, vendría a ser el «abombe» de comentarios poco agradables o de mal gusto, o que causen algún tipo de reacción y sentimiento de rechazo, o tal vez que genere un complejo, resentimiento.

Esta figura ha sido re buscada por aquellos que al parecer no les gusta, o no les conviene, que se sepa lo que otros dicen; tanto así que, cuando los escucho decir que con esta ley defienden la libertad de expresión y/o la libertad de pensar, en mi cabeza retumba en mi cabeza la frase de Voltaire: «Proclamo en voz alta la libertad de pensamiento y muera el que no piense como yo.»

Ahora bien, según la amiga wiki y el amigo DRAE, dícese que linchar viene del vocablo inglés lynching, y cuya definición es «la ejecución sin proceso legal, por parte de una multitud, a un sospechoso o a un reo; y, que además puede producirse sin llegar a causar la muerte a la víctima, aunque esa suele ser la intención inicial de la agresión. Normalmente es un acto que está fuera de la ley, y penado para proteger el orden público, ya que el Estado debe defender su monopolio de la fuerza (ius puniendi)».

Con esos antecedentes, podremos decir que mashi lynching viene a ser estrecho pariente de mr. buylling; algo así como el primo que no es primo pero que sí era pero ya no; por lo que quienes están felices con el histórico linchamiento mediático, no deberían respingar la nariz con nacionalismo ferviente o fruncirse cuando escuchen al histérico buylling mediático, porque como coincidencia ambos tienen el mismo apellido, «mediático».

Lo que si sería bueno, creo yo, es que con esta transfiguración expresiva de linchamiento mediático, se dejen de esgrimir sendos fuetazos por las cadenas que aniquilan la trayectoria de personas o de instituciones, o que desde la tarima y el micrófono ya no haya la «verborrea» dedicada en contra del que piense distinto o que, como planeta, no esté «alineado», o los que no han empeñado su identidad a cambio de algo que ni creen.

No sé a ustedes, pero a mi la sensación que me queda es que de la mano nos están llevando del «País de Manuelito», al «País donde los honestos somos más», pasando por «el País de las maravillas» como el de Alicia, para ahora convertirnos en el País de linchadores y linchados, donde después de tanto linchamiento, solo quede el re linchamiento grupal.

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