Dios los cría…

Jesús Ruiz Nestosa
Salamanca, España

A Putin lo que más le gusta de la representación de la Justicia no es tanto la espada, sino sustituirla por el garrote para mantener vivos los métodos, las técnicas y la estrategia de la KGB en los años dorados de la Unión Soviética, con la que sigue soñando. Días atrás, “con la ley en la mano”, logró que un tribunal de Kirov encontrara culpable de cuantiosos robos a uno de los líderes de la oposición a su gobierno, el abogado Alexéi Navalni, mientras se desempeñaba como asesor de Nikita Belikh, gobernador de esa misma ciudad. Navalni deberá guardar prisión durante cinco años en un penal que no ha sido determinado aun, a la espera de que se atienda una apelación de sus abogados.

Navalni enriquece así la lista de disidentes rusos, críticos del gobierno autoritario de Putin, que, en el mejor de los casos, guardan reclusión; en el peor, están bajo tierra como la periodista Anna Politkóvskaya, asesinada por desconocidos en la puerta de su casa en Moscú; el exagente secreto Alexander Litvinenko, envenenado en un restaurante de Londres con una sustancia radiactiva, polonio 210, o el exiliado Boris Berezovky, quien fue hallado en su domicilio de Londres ahorcado en este mes de marzo.

Putin ofrece un buen ejemplo para muchos gobernantes latinoamericanos que desean perpetuarse en el poder y encuentran barreras constitucionales en sus países. El gobernante ruso también, pero para ello utilizó a un protegido suyo, Dmitri Medvédev, con quien alternó en los puestos de presidente y primer ministro, aunque él siguió siendo, en todos los casos, el poder atrás de la corona.

¿Quién se fue a cobijar bajo las alas del que sigue encarnando todos los antivalores de aquella Unión Soviética que tenía reservado el “gulag” para los que estaban en desacuerdo con la ortodoxia del partido único? Pues quien se presenta como un luchador por los derechos civiles, los derechos humanos y la libertad de expresión: el norteamericano Edward Snowden, exagente contratado de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA por su siglas en inglés).

Me niego a creer en la sinceridad de las intenciones de una persona que busca la protección de aquellos gobiernos autoritarios que han hecho tabla rasa no sólo de los derechos civiles y de los derechos humanos sino que se han convertido en verdugos implacables de la libertad de expresión y crearon todo un sistema jurídico (¿Puede ser jurídico algo que es ilegal? ¿O puede convertirse en legal la ilegalidad a través de un proceso jurídico?) para perseguir a quienes se atrevan a criticar a sus gobiernos. Es lo que sucede actualmente en Rusia y en países satélites suyos como Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y estamos a un paso de que suceda lo mismo en Argentina con la “modernización” del Poder Judicial que propone la señora Fernández de Kirchner.

Las revelaciones hechas por Edward Snowden escandalizaron al mundo, especialmente a los países bolivarianos. Sin embargo, tres meses atrás, el fiscal general argentino Alberto Nisman, que investiga el atentado contra la sede de la AMIA (Asociación Mutual Israelí Argentina), ocurrido en 1994 con un saldo de 85 muertos y 200 heridos, en un escrito de 500 páginas acusó a Irán de “infiltrar varios países de Sudamérica e instalar allí Estaciones de Inteligencia destinadas a cometer, fomentar y patrocinar actos terroristas, en consonancia con sus postulados de exportación de la revolución”. Según el fiscal, “existen fuertes y concordantes indicios de que dicha infiltración e instalación de estaciones de inteligencia se había llevado a cabo en países como Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile, Colombia, Guyana, Trinidad y Tobago y Surinam”.

Si bien Nisman remitió copias de su dictamen a las autoridades judiciales de estos países y pidió a Interpol (Policía Internacional) que extreme las medidas para detener a todos los acusados por la causa de AMIA, es difícil que se haya tomado en cuenta el informe, mucho menos en Argentina, donde su presidenta, la señora Fernández de Kirchner, acaba de firmar un memorando de entendimiento con Irán para investigar el atentado en el que justamente aparece como principal y único sospechoso. El zorro cuidando el gallinero. Es mucho más rentable, políticamente, avivar la hoguera prendida por Snowden ya que es notorio que lo que menos interesa aquí es la libertad, sino simplemente ser iluminado por el relumbrón de la fama.

* Jesús Ruiz Nestosa es periodista y escritor paraguayo. Su texto ha sido publicado originalmente en el diario ABC Color, de Paraguay.

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