Gobernante del Universo

Vicente Albornoz
Quito, Ecuador

La ‘Guía del viajero intergaláctico’ es una serie de libros de ciencia ficción, muy poco conocidos en nuestro medio, pero tan agudos y divertidos que merecen comentarse. Lo que nació como una radionovela escrita por Douglas Adams para la BBC en los años 70, con el paso del tiempo se convirtió en un libro, luego en otro y finalmente terminó siendo «una trilogía en cinco partes», cinco libros poblados por los seres más inverosímiles, casi todos extraterrestres, pero que a la vez son caricaturas de diferentes tipos de seres humanos.

O caricaturas de algunos de los más comunes de nuestros defectos. En realidad, la serie es el resultado de mezclar una mente infinitamente creativa (Adams), una cultura hábil en el manejo de la ironía y el sarcasmo (la británica) y la libertad que significa poder crear personajes provenientes de cualquier parte de la galaxia.

En el fondo todos los libros giran alrededor de la búsqueda del «sentido de la vida, el universo y todo lo demás». Es más, en algún momento descubren que la respuesta al «sentido de la vida, el universo y todo lo demás» es 42 (sí, el número que resulta de multiplicar 6 por 7). Luego, la trama se enfoca en la búsqueda de la pregunta cuya respuesta es 42. Cuando ya tuvieron la respuesta se pusieron a buscar la pregunta (algo tan absurdo como humano).

Una parte especialmente divertida se da cuando buscan algo que viaje más rápido que la luz y descubren que lo único que puede hacerlo son las malas noticias (obvio, nada viaja más rápido que las malas noticias). Luego desarrollan una nave que puede viajar en malas noticias, nave que nunca fue muy exitosa porque cuando llegaba a su destino era especialmente mal recibida, pues venía acompañado de… malas nuevas.

Los «vogones», una raza extraterrestre, son una extraordinaria parodia de la burocracia británica, con todos los trámites y procesos que cumplen al pie de la letra y en los que no muestran la más mínima flexibilidad.

Otro tema entretenido es el análisis del poder. En algún momento dice que: «En resumen, es un hecho ampliamente conocido que aquellas personas que quieren gobernar a otras son, ipso facto, las menos capacitadas para hacerlo. Resumiendo el resumen, cualquiera que sea capaz de lograr que lo elijan Presidente, bajo ningún concepto debería estar autorizado a hacerlo» (la traducción es mía).

Y por eso, ante la imposibilidad de encontrar alguien que quiera gobernar y que sea la persona adecuada para hacerlo, deciden nombrar como gobernante del universo a una persona que no sabe que está cumpliendo ese rol. Me encanta ese personaje.

Douglas Adams murió en el 2001 cuando tenía sólo 49 años. Hoy, cuando se está discutiendo legalizar lo que él debe haberse fumado para escribir tanta locura tan divertida, quiero dedicarle este artículo en agradecimiento a las risas que me brindó.

* Vicente Albornoz publica originalmente en El Comercio.

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