Diploma

Juan Jacobo Velasco
Mánchester, Reino Unido

En la novela «Una forma de vida», la escritora belga Amelie Nothomb, lúcidamente reflexiona sobre el intercambio epistolar, sobre las formas y el sentido de las mismas que subyacen en las relaciones de todo tipo, y sobre el oficio del escritor y su conexión (o falta de) con sus lectores. A V le encanta leer a la equivalente de las Margaritas (Yourcenar o Duras) en el siglo XXI, por lo prolífica de su obra, pero que en el estilo está más cerca de Yukio Mishima, por los retorcidos entretelones en que se desarrollan sus historias.

La Nothomb se manda una de esas locas historias que sacan sonrisas y que hacen pensar. Narra en primera persona un intercambio de correo con un admirador suyo que es combatiente de Iraq y quien, amén de la guerra, tiene que lidiar con otro frente: el sobrepeso. Con 200 kilos, forma parte de un grupo particular de combatientes que son mandados al frente, literalmente, para cubrir al resto. Las cartas que la escritora y el obeso soldado se envían dan cuenta de diálogos delirantes y agudos, en donde quedan expuestos todos los lugares comunes que los escritores deben enfrentar cuando entran en contacto directo con sus lectores. Dichas puertas abren espacios impensados. Desde gente que quiere que el escritor le ayude a desarrollar su vida artística, pasando por aquellos que desean tener una relación directa y personal con el narrador, hasta aquellos que pretenden convencerlos de tomar uno u otro camino de vida o decisión.

Lo maravilloso del libro es la verosimilitud de la historia y de cómo da un vuelco increíble cuando el soldado resulta ser un impostor. Esa es la esencia de la escritura, la de ficcionar y darle un halo de credibilidad que vuelve imposible dejar de esperar un mensaje o la continuidad del relato, a pesar de que la esencia misma de la historia que se cuenta sea la ficción. Lo mismo que ocurría, por ejemplo, con la literatura fascimilar (por entregas periódicas de los capítulos) que se inauguró a fines del siglo XVIII. En Una forma de vida, hay una vuelta de tuerca mayor, porque recoge la historia de la literatura y las comunicaciones humanas, desde su esencia epistolar, tan venida a menos en un periodo histórico marcado por lo inmediato y la irrupción de los medios electrónicos.

Amelie Nothomb recoge la importancia sugestiva del medio, valiéndose de la raíz griega de la palabra “diploma”: doblado en dos partes. Las cartas que son enviadas de manera formal para establecer una comunicación estándar, necesitan de dos partes que se encarguen de la comunicación. De ahí viene la importancia de lo “diplomático”, que requiere dos sujetos para establecer un canal de interlocución válido. V piensa en el momento actual del Ecuador, cuando solo una parte tiene control del mensaje y la envoltura. No puede haber diálogo, ni deseo de establecerlo, cuando esa parte tiene el monopolio de todo. Las cartas pierden su sentido diplomático y de mensaje. Y la comunicación se rompe, definitivamente.

* El texto de Juan Jacobo Velasco ha sido publicado originalmente en el diario HOY.

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