¿Democracia estúpida?

Gustavo Domínguez
Quito, Ecuador

Mientras un grupo minoritario de extremistas de derecha mantenga a la democracia estadounidense secuestrada bajo una serie de demandas que atentan a los intereses de la mayoría de la población y del país mismo, la democracia estadounidense ha probado ser demasiado simplona para considerarse como un ejemplo global.

Mientras la estructura política de dicho país siga confiscada por una serie de políticos que no solamente niegan la existencia del calentamiento global, sino que también le responden a la violencia generada por las armas de fuego con más armas, perpetuando una enmienda constitucional desactualizada y descontextualizada con la realidad, o políticos que rechazan la idea de ayudar a los más necesitados, mientras enriquecen a los más ricos… Mientras la democracia estadounidense siga siendo manipulada por intolerantes  que objeten el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos o que pretendan imponer como únicas sus ideas sobre la familia, el matrimonio, la sexualidad y creencias religiosas mientras pretenden hipócritamente vulnerar los derechos civiles y coaccionar las libertades y creencias de quienes no piensan como ellos, con el único objetivo de perennizar e imponer sus gélidos y cuestionables valores… Mientras los mismos políticos prefieran invertir el dinero del pueblo en guerras y gastos militares que en salud y educación, y no puedan siquiera disimular su apatía y su odio ante el hecho de ser gobernados por un hombre que proviene de las minorías, la democracia estadounidense solamente da señales de ser una tonta democracia.

La democracia norteamericana necesita un remesón, una limpieza integral del poder del dinero en su estructura política. Necesita de un cambio en su organización electoral y necesita de mandantes que salgan a protestar, a castigar a los secuestradores de toda una nación que sistemáticamente ha experimentado declive en la calidad de vida de la inmensa mayoría de sus ciudadanos.

Sin embargo, y a pesar de todos los registros y señales negativas que envían estos políticos, son los mismos electores quienes escogen a sus líderes estatales y representantes en el Congreso.  Como si se borrara de la conciencia ciudadana los graves problemas que se experimentan por los cambios climáticos, la imposibilidad de la gran mayoría de costear gastos universitarios y de salud, los abusos a la Declaración de Derechos, la negación de derechos civiles básicos, los beneficios que otorga la desregulación a los poderosos de Wall Street,  el pagar por una de las más costosas gasolinas en el mundo mientras sus corporaciones petroleras se convierten en las más ricas corporaciones del planeta, o el incremento del poder sobre los políticos que mantienen las grandes corporaciones que también se han adueñado de lo que prensa dice, calla o esconde. Todo esto, solamente visto como argumentos de política interna.

La política estadounidense y su situación actual, han sacado a flote una variedad de temas que no solamente causan desánimo y desconcierto, sino que también realzan lo estúpida que puede parecer la democracia de la mayor economía y más antigua democracia del planeta.

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