Marlowe

Juan Jacobo Velasco
Mánchester, Reino Unido

La figura del investigador privado Philip Marlowe debe ser de las más potentes de la literatura universal, con esa mezcla de genio y sobriedad que difícilmente se puede encontrar narrada con la fineza y economía de medios de Raymond Chandler, su creador. Marlowe es un “private eye” o detective privado que debe afrontar casos complejos en esa selva gansteril y desalmada que es la ciudad de Los Ángeles a mediados del siglo XX. Tal como lo confesara Roberto Bolaño, Marlowe es el prototipo de un “detective salvaje”, literal y literariamente hablando: le pone pecho a los entuertos, vive la vida con intensidad, reflexiona cautivadoramente sobre los eventos y busca la poesía real-visceralista en las miasmas criminales.

Marlowe no dejó de sorprenderle a V en cada una de las novelas (El sueño eterno, La hermana pequeña, La ventana siniestra, Playback, Adiós muñeca) con esos pasajes que retratan a una ciudad decadente que es maravillosamente rescatada por la mirada irónica del detective, que entiende la naturaleza humana, que quiere interpretar la dimensión real de los hechos y que analiza los detalles con un estoicismo que le permite mirar las cosas con distancia. Marlowe es un pensador que se mezcla con mujeres seductoras, criminales implacables y policías corruptos, pero no se pierde en la interacción, rescatando lo que necesita para resolver los enigmas. Es lo más llamativo de esa mente brillante del calibre de Sherlock Holmes y Hércules Poirot: coquetea con la vida para entenderla, pero se protege en un mundo interior conectado con una rara ética que mezcla nihilismo y bonhomía.

Pero cuando leyó La mujer en el lago, V creyó entender un mensaje aún más profundo: Marlowe es la mejor caracterización del trabajo de un académico o de un estudiante de doctorado, porque investigar –ya sea científica o criminalmente- significa resolver enigmas complejos. Una mujer hermosa, millonaria y liberal desapareció y su esposo, que no ha sabido nada de ella en un mes, salvo por una postal en la que la esposa se despide para casarse con su amante, le pide a Marlowe indagar su paradero. El amante de la “buscada” también muere y todo apunta a la mujer. El detective se encuentra por casualidad con otro crimen que involucra al cuidador de la cabaña que el matrimonio tiene en un lago. La serie de sucesos parece no tener conexión, pero Marlowe logra ver más allá. Los asesinatos están relacionados y la esposa buscada no puede ser culpable, porque está muerta.

V piensa que a los científicos y académicos les forman para sospechar y para tratar de no dejarse sesgar por lo que parece evidente. Establecer las relaciones de causalidad y la comprensión de los fenómenos físicos o sociales, es un rompecabezas que mueve a los investigadores como Marlowe, a dejar el alma tratando de resolverlos. Lograrlo sin tomar posiciones a priori, sin dejarse presionar por los cantos de sirena de rubias platinadas o por los grupos de interés, es el desafío del investigador.

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