Carta a Humberto Piaguaje

María Fernanda Egas
Miami, Estados Unidos

Estimado señor Humberto Piaguaje:

Permítame antes que nada agradecerle por su atención a mi artículo “No se lo digas a Danny”.  Aunque ya había alcanzado un apreciable nivel de audiencia, su carta sirvió de gran estímulo a su difusión.

En cuanto a que me escriba una carta y además me invite al Oriente ecuatoriano, ha sido una grata sorpresa, porque en realidad esperaba una respuesta de los potenciales beneficiarios de esta inversión de riesgo y no a un hombre honorable como usted.

Déjeme contarle que me encantaría ir nuevamente al Oriente de mi país. Revivir los atardeceres tan mágicos que han quedado indelebles en mi memoria. Tomar chicha como se debe, dormitar con los sonidos de la selva, surcar absorta la grandeza del río, perder el aliento con la biodiversidad del pequeño pedazo de paraíso terrenal en nuestra Amazonia. Pero por el momento no tengo planes ni recursos para ir al Ecuador y si fuera, lo haría independientemente. Así que por favor no lo tome personalmente, no lo conozco, pero no creo que existan garantías para los periodistas independientes en el Ecuador, y no me extrañaría recibir represalias en el exterior, como ya ha sucedido con otros periodistas que han vertido información no afín a las teorías e intereses del régimen.

Con respecto al contenido de su carta, no le he encontrado ninguna aclaración a lo dicho en mi artículo por lo que en él expongo las fuentes y montos de financiamiento de los abogados demandantes, que muchos ecuatorianos parecían desconocer hasta hace menos de un mes.

Afirma que para ustedes “el monto de la demanda significa la reparación ambiental”, pero no deja en claro si está al tanto del tamaño de la tajada que iría a las cuentas en los paraísos fiscales de los inversionistas extranjeros, al abogado principal y al procurador de los demandantes.

Tampoco menciona las fricciones con los abogados demandantes causadas por los cerca de 25 millones de dólares que mencionó el Juez Kaplan durante su audiencia en la Corte RICO en Nueva York, que fueron recaudados en nombre de ustedes desde el 2010. Y no sé si estaba al tanto de que ese dinero iba a ser recuperado con insólitos creces mediante las ganancias del juicio, fijadas anteriormente por el exjuez de la Corte de Lago Agrio en 19 mil millones de dólares, y que a la par de este proceso judicial por extorsión en Nueva York, fue intempestivamente reducido por la Corte Suprema del Ecuador a la mitad original.

Por cierto, no menciona nada sobre el exjuez, quien también estuvo en la misma corte en Nueva York que usted, y al parecer sufrió de un grave episodio de amnesia. Ya que en esas circunstancias es difícil preguntarle,  ¿sabría usted donde trabaja ahora el ex juez?

Quizás lo que más interés ha suscitado en los lectores es la historia del pozo Aguarico-4, en donde se muestra “la mano negra”. Usted afirma que este “no es un pozo en disputa”, con lo cual no niega que Aguarico-4 quedó a cargo de Petroecuador mediante un acuerdo de remediación entre las partes que operaron conjuntamente mediante el consorcio CEPE-Texpet (62.5%-37.5)%) desde 1976 hasta 1992; y cuya acta final firmada en 1998 por las autoridades ecuatorianas liberó de responsabilidades futuras a la transnacional una vez verificado el cumplimiento de su remediación correspondiente.

Pero en gran parte su réplica se desvía a otros tópicos que ustedes prefieren abordar, lo cual no significa que no los haya contemplado.  Le explico: al indagar sobre temas de salud en Ecuador mi primera fuente de información es el INEC, pero en su carta expone una incidencia de cáncer en la población por encima del promedio nacional sin citar la fuente de esos índices.

Obviamente, la información de cómo se financia el juicio y muchos más datos inconvenientes no estarán disponibles en el sitio web que usted me invita a conocer, y que fue mi primera opción.

Pero al hablar de un falso patriotismo me refiero a que los comunicadores  debemos seguir todas las reglas del periodismo que siempre hemos estado obligados a cumplir en el Ecuador. Sin embargo, la intensa propaganda oficial parece haber inducido a los comunicadores ecuatorianos a tomar partido y pasar por alto los vídeos disponibles en el sitio web juiciocrudo, que son confesiones de boca de los abogados demandantes, del perito, del secretario jurídico de la presidencia, del procurador de los demandantes, pero principalmente del propio Steven Donziger, aquel que usted defiende como víctima inocente, el cual confiesa presiones y corrupción en el sistema judicial ecuatoriano, entre tantas horas de tomas descartadas para la película “Crudo”.  Por cierto, los waorani han dejado por sentado que ni los abogados demandantes ni la FDA los representan en este juicio.  ¿Sabe el país por qué?

Antes que a Donziger, considero víctimas inocentes a los más de 200 indígenas judicializados por la Marcha por la Vida en protesta contra la Ley del Agua; a los habitantes de Monte Sinaí, de Dayuma, de Intag, de Morona Santiago, a los Sarayacu, al Chamo Guevara y a todos los jóvenes agredidos por la Policía Nacional en su legítima protesta ante la decisión oficial de explotación del Yasuní-ITT, y en especial, a los hermanos ecuatorianos considerados no contactados que desaparecerán conjuntamente con la explotación de la última biósfera de esta naturaleza en el planeta, que a pesar de los cambios a la medida realizados en el nuevo Código Orgánico Integral Penal y en los nuevos mapas de pueblos ocultos, seguirá siendo ante los ojos de la humanidad un etnocidio.

Lamento que en su carta afirme que no estoy informada del tema, porque me parece que a quienes han mantenido lo más desinformada posible sobre los laudos de La Haya ha sido precisamente a la ciudadanía. La negación de justicia en el caso irá a determinarse en la última fase que se inicia el próximo mes de enero, y de esto depende que esta sentencia, reducida súbitamente a 9.500 millones de dólares, no se revierta al Estado ecuatoriano. Este laudo que menciono sí es importante, señor Piaguaje y sí viene al caso, pues de este depende la imagen del Ecuador como país jurídicamente seguro para la inversión extranjera y el mismísimo erario nacional.

Espero que comprenda mi preocupación y respete la libertad de pensamiento de los ecuatorianos que no vivimos bajo el espectro de la propaganda oficial, ni subsistimos modesta ni lujosamente de los medios de comunicación alineados con el gobierno.  Deseo de corazón a los hermanos secoya y a usted que puedan prevalecer a pesar de las nuevas tecnologías petroleras que prometen impactar la Amazonia con la mínima huella, pues su sobrevivencia y derechos nos deben concernir a todos.

Otros textos de María Fernanda Egas publicados en LaRepública:

El Golpe Electrónico

Octubre Rojo

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