AVC, guerrilla inconclusa (segunda parte)

Alberto Molina

Alberto Molina
Quito, Ecuador

En los testimonios de los miembros de AVC, con claridad señalan: que “En los ochenta se produjo en el Ecuador un intento subversivo, protagonizado por el grupo armado Alfaro Vive Carajo AVC”. Que el M19, grupo subversivo colombiano, “proporcionó armas y/o militantes para la ejecución de operativos militares”. Que el cabecilla del AVC, Arturo Jarrín tomó contacto con el líder del grupo subversivo colombiano M19, Jaime Batteman y le comprometió su apoyo, y que conjuntamente con estos subversivos extranjeros partipó de una “recuperación” (léase asalto) al Banco de Fomento. Que se reunieron clandestinamente “60 revolucionarios ecuatorianos para fundar el ‘Frente Revolucionario del Pueblo Eloy Alfaro’ (FRPEA)”. Que Jarrín y una veintena de alfaristas abandonaron el país para recibir entrenamiento militar en Libia”. Que arrojaron tacos de dinamita al interior de la embajada norteamericana en Quito. Todavía hay más:

“El 11 de marzo de 1985, en un operativo realizado conjuntamente con el M19, AVC recuperó armas del rastrillo de la Policía Nacional”. p.64

“7 de agosto comandos alfaristas, en conjunción con militantes del M19, secuestraron exitosamente a Nahín Isaías Barquet”. P.64

“19 de agosto, comandos alfaristas bajo órdenes directas de José Luis Flores, incursionaron en el hospital Eugenio Espejo para liberar a Leonardo Vera (…). En el transcurso de la acción murieron miembros de la Policía Nacional que custodiaban a Vera”. p.70

Es importante lo que la dirigencia alfarista señala en los llamados documentos “Mientras haya que hacer nada hemos hecho” MHQH (1985) y “Manifiesto-I” (1984), sobre las Fuerzas Armadas, institución del Estado legítimamente armada:

“Cit. 37:…”destruir el aparato estatal de la oligarquía que tiene su fundamento en el aparato militar…” (MAN-I, 1984:20)”. p.143

“Cit. 16: “Y si al poder popular le sumamos la fuerza del nuevo ejército, defensor de la revolución. Conformado por todos los miembros del antiguo ejército que están con su pueblo y por los luchadores en armas contra la oligarquía. Entonces sí la revolución podrá enfrentarse a cualquier contrarrevolución”. (MHQH 1985:29).

Por último, me pregunto: ¿Si en las “denuncias” de la parte interesada, podríamos confiar? Un sólo ejemplo que está fresco en nuestra memoria: Lucía Morett, mexicana, sobreviviente del ataque a Angostura  que nuestras tropas la rescataron y que recibió un trato humanitario privilegiado en el Hospital Militar; restablecida, el gobierno nicaragüense le envió un avión y le concedió asilo. En nuestro país ni siquiera se le abrió una indagatoria. Ella y su padre denunciaron que los militares ecuatorianos le habían torturado y que la  habían filmado desnuda. Todo lo señalado, prohibido olvidar. (Continuará).

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