La dictadura venezolana prepara el «gasolinazo»

Carlos Sánchez Berzaín
Miami, Estados Unidos

La dictadura venezolana ha puesto en marcha el inevitable «gasolinazo» con el que pretende combatir la crisis económica en la que ha sumido a su país. «Gasolinazo» es el término popular acuñado en varios países de Latinoamérica para designar el alza del precio de la gasolina y carburantes ordenado por el Gobierno que controla los precios.

Los países que tienen este problema son aquellos cuyos Gobiernos, por razones políticas, mantienen el control de precios como su competencia, niegan las reglas del libre mercado, han evitado o sustituido la regulación por el centralismo autoritario y mantienen un régimen de subvenciones. Son las dictaduras del siglo XXI que más pronto que tarde -como acontece ahora en Venezuela- tropezarán con la realidad de la economía y se liquidarán como la extinta Unión Soviética, con larga agonía como Cuba.

La prolongación de la dictadura cubana, la implantación de las dictaduras en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, la búsqueda de permanente expansión del modelo del socialismo del siglo XXI en otros países de las Américas, el control de un número suficiente de Gobiernos para tener mayoría en la Organización de Estados Americanos, poder gravitar como bloque en la Organización de Naciones Unidas y otros organismos internacionales, incluido el silencio de varios Gobiernos frente a la violación de derechos humanos y liquidación de la democracia en los países afectados, ha sido impulsada, construida y sostenida por el petróleo de Venezuela.

Han construido y sostienen un proyecto dictatorial en las américas con discurso antiimperialista, con técnicas políticas castristas, pero fundamentalmente con dinero del petróleo venezolano. Sin este recurso, nada de lo que se ve en la América no democrática de hoy hubiera sido posible: la dictadura cubana se hubiera extinguido por inanición y los restantes países conservarían la libertad y la democracia.

Como la economía venezolana ya no da más y como la crisis económica va para peor, el dictador Maduro y su Gobierno han decidido subir el precio de la gasolina en Venezuela. Ahora recuerda la dictadura que la gasolina se vende a precio 100 veces menor del precio internacional; el ministro de petróleo ha declarado que la mejor gasolina del mercado se vende a 9 céntimos de Bolívar (el dólar oficial está a 6,3 Bolívares) cuando el costo de producción es 28 veces mayor; si se calcula con dólar del mercado paralelo, el precio de un litro es como de un centavo de dólar. El subsidio interno de la gasolina supera los 12.500 millones de dólares anuales y Maduro ha anunciado «un amplio diálogo nacional» para subir el precio.

La oposición reclama que el dictador Maduro no tiene moral para aumentar el precio de la gasolina al pueblo venezolano mientras le regala al castrismo 115.000 barriles diarios, al extremo que Cuba vende petróleo. Además anuncia que el Gobierno dispondrá una «maxidevaluación» y el alza de tarifas de electricidad.

Lo cierto es que estamos frente al resultado inevitable del modelo castrista implantado en Venezuela, con la agravante que deben defender desde Cuba la fuente principal de su subsistencia haciéndole pagar el precio a los venezolanos. Es más fácil el gasolinazo en Venezuela que dejar de recibir petróleo venezolano en Cuba o que suspender las ventas subsidiadas de petróleo a los países alineados del Petrocaribe. La caridad con plata ajena y el sacrificio del otro siempre son más llevaderos.

La crisis económica, la crisis social y la crisis de estado en Venezuela serán enfrentadas con medidas que castigarán a los venezolanos y serán impuestas por la fuerza de la dictadura que para eso controla todos los poderes y medios del país. El gasolinazo será impuesto con el disfraz del diálogo y progresivamente, pero con toda la fuerza del régimen totalitario. Tiempos de confrontación, represión y violencia esperan al pueblo venezolano porque los castristas saben que para sobrevivir harán -como siempre- lo que sea necesario. Ojalá que la oposición también lo sepa.

*Abogado y politólogo boliviana. Es director del Interamerican Institute for Democracy, en Miami. Su texto ha sido publicado originalmente en el Diario de las Américas, en Miami.

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