El último rey mago

Marlon Puertas
Guayaquil, Ecuador

¿Se han dado cuenta que por estas tierras no muy santas  tenemos la gracia divina de contar entre nosotros, con un rey celestial? ¿Una especie de rey mago del siglo XXI, moderno, acorde a nuestros tiempos y a nuestras necesidades?

Es una maravilla. Este rey mago que recorre nuestro mapa del Carchi al Macará, no se moviliza en camellos que apenas toman agua y resultan muy económicos, sino que vuela en  aviones ultramodernos, carísimos y que consumen harta gasolina. El avión, a diferencia de los camellos de los caducos reyes magos, no es de propiedad de nuestro moderno rey. Es de todos nosotros, pero él lo utiliza para hacer campaña de su propio movimiento, que es como su hijo, el unigénito, el que fue concebido por obra y gracia del espíritu revolucionario que lo integran almas piadosas como las del Che Guevara, Eloy Alfaro y últimamente, se les sumó la de García Moreno. Un hijo que nació de color verde, pero no por lo desnutrido o por  la rara mezcla de las almas, sino por la esperanza de salvación que representa para todos nosotros, pobres hijos descarriados que buscábamos afanosamente a nuestro salvador, hasta que lo encontramos. Aleluya.

Entonces nuestro rey mago recorre el país para darle regalos a su propio hijo, el que no tiene pecado original. Y el mejor regalo que puede darle son votos, cada elección que se presenta, más votos. El partido salvador es insaciable de votos, nunca tiene los suficientes, siempre quiere más. Los votos le alimentan su poder, lo hacen invencible. Y por eso nuestro rey mago se sacrifica, pide licencia y se dedica a su hijo, el partido. La magia de nuestro rey se hace notoria cuando, pese a que, en sus largos recorridos hace travesuras, nadie de los responsables de llamarle la atención,  dice esta boca es mía. Su magia consiste en volver mudos al presidente y vocales del CNE, al Contralor, y a todos cuantos tengan algo que cuestionar al rey. Que si usa el avión presidencial,  para hacer campaña, no importa. Que si pide licencia para hacer campaña, aunque no sea candidato, tampoco importa. Lo que de verdad les interesa es tomarse fotos, selfies con el rey. Y luego, orgullosos, subir esas fotos al Twitter, como si  el Rey estuviese igual de orgulloso de posar con ellos. Ilusos.

Lo que nadie se ha dado  cuenta, es que este Rey Mago no es perfecto. Tiene arranques emocionales que lo llevan de Herodes a Pilatos. Cuando descubre que hay otros aspirantes a reyes que presentan a sus hijos para que desplacen al suyo, nuestro Rey ordena aniquilarlos a todos. Solo quiere que el suyo prevalezca. No le da chance a nadie más. Y cuando observa que su hijo, y los hijos de su hijo o sus propios primos, la han embarrado bien feo, hace la de  Pilatos, se lava las manos. No fui yo. Fueron ellos.  Tas, tas. Muchachos malcriados, no lo vuelvan a hacer. Y así consigue que nadie manche su perfección, continúa siendo un rey mago inmaculado.

No seremos una tierra santa, pero somos una tierra suertuda. Tenemos nuestro propio rey mago, aunque su mayor defecto es que no regala nada gratis: su generosidad es a cambio de nuestros votos. Así que ya saben lo que hay que hacer.

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