De países y pedazos

Gonzalo Orellana
Londres, Reino Unido

El año 2014 ha querido que coincidan dos hechos sumamente interesantes: referéndums en Escocia y Cataluña para decidir sobre si independizarse de Reino Unido y España respectivamente. Aunque coinciden en el tiempo, la consulta popular en Escocia ha sido aceptada y se realizará con total seguridad en septiembre, mientras que la consulta catalana propuesta para noviembre es por ahora tan solo un plan de la dirigencia nacionalista en Barcelona, sin que exista certeza de que vaya a llevarse a cabo.

Hablemos primero del caso escocés, Escocia lleva siendo parte del Reino Unido desde que se firmara el Acta de Unión de 1707, y aunque previamente habían tenido reyes en común, se mantenían como naciones independientes. La razón de esta unión que cerró una historia plagada de conflictos entre ambos países, fue el pragmatismo; a Inglaterra le beneficiaba garantizar una convivencia pacifica con su vecino de atrás, dadas las constantes guerras con Francia y a Escocia le venia bien unirse al que por ese entonces ya se perfilaba como la nación mas poderosa del mundo, lo que llamaríamos un acuerdo ganar-ganar.

El caso de Cataluña como parte de España viene aun de antes, España es uno de los países mas antiguos de Europa y ya en el siglo 15 Cataluña era parte integral del reino español; aunque Cataluña tuvo periodos de autonomía antes de la unificación española, la realidad es que tanto durante el periodo romano, como durante el periodo en que la península ibérica se mantuvo bajo dominio árabe, Cataluña se ha visto a lo largo de su historia, inexorablemente atada a España.

Pese a lo prolongado de su relación con sus respectivos países, el nacionalismo escocés y catalán siempre ha estado presentes, incrementándose en momentos de tensión social o económica, como es el caso español actualmente. Estos nacionalismos fueron minoritarios hasta hace algunos años en que el partido nacionalista escocés y  su equivalente catalán llegaron al poder en sus respectivas regiones. A partir de ahí, los nacionalistas en ambos casos han impulsado la idea de que este es el momento ideal para conseguir sus anheladas independencias, para lo cual no han dudado en «pintar» un escenario idílico sobre el futuro de ambos países en caso de independizarse, discurso que en muchos casos ha obviado los problemas y limitaciones que las nuevas naciones tendrían.

En caso de independizarse, estaríamos en ambos casos antes países pequeños (78 mil km cuadrados Escocia y 32 mil km cuadrados Cataluña), con poblaciones pequeñas (5 millones en Escocia y 8 en Cataluña), que tendrían que volver a solicitar su acceso a la Unión Europea, sin moneda propia y con problemas económicos, productos de la reciente crisis europea. Quizás de todos los problemas, el mas grave seria quedarse fuera de la UE, pues implicaría que sus ciudadanos ya no tendrían libertad de moverse a lo largo de Europa, sus empresas perderían el acceso al mercado de bienes y servicios mas grande del mundo y sus estados perderían una serie de ventajas como la defensa común, política exterior común, fondos de ayuda para infraestructura, subsidios agrícolas y un largo etc. Aunque este es un asunto que pocas veces tratan los dirigentes de ambas regiones, la realidad es que esta es una amenaza altamente probable. Escocia y Cataluña deberían solicitar su ingreso a la UE y todos los países miembros deberían aprobarlo por unanimidad, lo que implica que cualquier país podría bloquear o dilatar su acceso.

En lo que difieren por completo los dos casos es en el enfoque que tanto Londres como Madrid tienen con respecto a esta «amenaza» a su integridad territorial. Los británicos han respondido de manera pragmática, permitiendo el referéndum y garantizando que van a aceptar cualquier resultado que salga de este; durante los meses previos al referéndum el gobierno británico se ha encargado de alimentar el debate en Escocia con información sobre cual seria el impacto económico, social y político de la independencia, haciendo énfasis en las ventajas tanto para escoceses como británicos de permanecer juntos. La respuesta española ha sido totalmente opuesta, conocidos por su orgullo, ningún español aceptaría siquiera que se ponga en duda la unidad de España; ante el planteamiento de Cataluña y en lugar de apelar a convencer a los catalanes de que es mejor permanecer dentro de España, el gobierno tan solo ha manifestado que dicho referendum es inconstitucional.

Lo mas probable es que el 2014 termine sin nuevos estados en Europa, las encuestas en Escocia hablan de una derrota de los nacionalistas, y es previsible que el mismo pragmatismo que hizo a los escoceses firmar una unión hace 300 años con quien en ese momento era su principal enemigo, hará que Escocia se mantenga dentro del Reino Unido. Cataluña también permanecerá dentro de España, aunque será porque el referéndum no se efectúe y no porque sus ciudadanos pragmáticamente así lo hayan decidido. Los españoles bien podrían aprender de los británicos y saber que los problemas que no resuelves hoy casi siempre vuelven con más fuerza.

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