Gracias, Excelentísimo

Myriane Neagari
Quito, Ecuador

Quisiéramos hacer eco de la voz de ciudadanos como el amigo lector y como yo, que tímidamente empezamos a ejercer nuestro derecho a opinar. Los análisis sesudos de la contienda electoral del 23F quedan a cargo de personas entendidas en la materia. Nosotros nada más queremos agradecer.

Gracias, excelentísimo presidente, porque su omnímoda presencia despertó al adormilado chulla quiteño que expresó en las urnas su hartazgo por el abuso y la prepotencia demostradas en esta campaña. La última sabatina que nos impuso a pesar de haberle dicho que no la queríamos, fue la cereza del pastel que pesó en nuestro voto, se quiera o no aceptarlo.

Gracias por ayudarnos a decidir el voto. No estábamos ni estamos en guerra, así que no puede haber enemigos sino adversarios que merecemos respeto. El insinuar que somos fascistas o peleles manejados por la derecha, fue una cachetada que dolió porque este, su pueblo, es pensante y se molesta con las ofensas directas o veladas. Usted siempre nos dice que estamos en democracia. Entonces, ¿Todavía podemos tener opiniones divergentes, verdad?

Gracias por abrirnos los ojos. Su excelencia cometió un error al decir que el presidente Venezolano es humanista. Señor, vivimos en la era del conocimiento y de la informática. Hoy no se puede tapar el sol con un dedo… ni con la mano completa. Somos un pueblo afable y querendón. Nuestras familias y amigos son muy importantes en nuestra vida, por lo tanto no quisiéramos vivir la triste experiencia venezolana.

Gracias por ayudarnos a evolucionar políticamente, hemos descubierto que nosotros en su gran mayoría, no somos ni de derecha ni de izquierda. Queremos justicia social a la vez que fuentes de trabajo para nuestros hijos y eso se logra con la inversión nacional y/o extranjera. La burocracia excesiva a más de las innumerables trabas que causa, no es lo aconsejable en un país en vías de desarrollo.

Gracias por las obras realizadas, lo reconocemos de corazón. Mas debemos recordar que esa es la obligación de todo gobernante. Incluimos palabras de un joven que tuvieron mucha acogida cuando las expuso: “…El problema es la mentalidad que tenemos de CELEBRAR en asombro cuando alguien hace el trabajo que le corresponde (tal vez porque la corrupción ya es parte inherente de nuestra cultura). La alcaldía TIENE que hacer obras, es su trabajo, es uno de sus deberes. ¿Si no, para qué está? Lo que deberíamos preguntarnos es si las está haciendo BIEN… Sí, se han hecho obras, pero acuérdense que no las hacen por caridad, ¡es su trabajo hacerlas y DEBEN hacerlas bien!…” (sic)

Por último, gracias excelentísimo, por estimular nuestra vena humorística otra vez… la sal quiteña brotó nuevamente al hostigar a Bonil. Lo más importante es que mientras se apoyaba al humorista, Guayaquil y Quito se hermanaron, fortaleciendo un sentimiento de solidaridad y unión, el mismo que se extendió al resto de las provincias de nuestra patria. A pesar del intento de polarizar a su pueblo, ha logrado que internamente digamos: “Somos hermanos ecuatorianos”. Eso no tiene precio y se lo agradecemos.

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