La corrupción en la defensa de la dictadura venezolana

Carlos Sánchez Berzaín
Miami, Estados Unidos

La dictadura venezolana del siglo XXI defiende violenta y radicalmente su permanencia en el poder. Utiliza todas las formas y medios en busca del control interno, de la eliminación de los defensores de la libertad, y del apoyo internacional. Los hechos demuestran que la característica de todas las acciones que han tomado cubanos, venezolanos y sus aliados en la defensa de la dictadura de Maduro es la corrupción. La dictadura en Venezuela se defiende y permanece aún en el poder usando la corrupción como instrumento principal de su estrategia.

La Real Academia Española enseña que la corrupción «en las organizaciones, especialmente en las públicas, es la práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores» . Transparencia Internacional define la corrupción como «el abuso del poder para beneficios privados que finalmente perjudica a todos y que depende de la integridad de las personas en una posición de autoridad». Corrupción política es el uso de la autoridad pública para conseguir una ventaja ilegítima, por eso lo opuesto a corrupción es la «transparencia».

Estos conceptos demuestran que la corrupción es la acción de una  autoridad que abusa del poder en beneficio propio, no sólo con propósito de lucro o de provecho económico, aunque finalmente tal beneficio se produzca. Es corrupción cualquier acción que realizan las personas en posición de autoridad para obtener beneficios de naturaleza política, que les permitan continuar o permanecer indefinida e ilegalmente en el poder.

En lo interno, el dictador venezolano y los miembros de su Gobierno están mostrando la corrupción del poder judicial, del poder legislativo, del mando militar y de todo el aparato estatal. Es corrupto un poder judicial que actúa por órdenes que el dictador imparte por los medios de comunicación y detiene a los opositores como Leopoldo López, para luego encarcelarlos en recintos militares. Es corrupto un poder legislativo que quita y desconoce la representación popular de María Corina Machado por haber sido invitada a denunciar a la dictadura en la Organización de Estados Americanos (OEA). Es corrupto un mando militar que se presta a la aparente detención de tres generales para simular un golpe de Estado y que se presenta luego como «defensor de la soberanía venezolana», en plena intervención castrista.

Todos los actos del Gobierno venezolano y los hechos que se perpetran a diario en defensa de la dictadura de Maduro, son las pruebas de que sin corrupción (sin el abuso de poder para beneficio propio) la dictadura no es sostenible.

En el plano internacional, cuando vemos como en el Consejo Permanente de la OEA la representante de la dictadura venezolana vota por evitar la sesión pública diciendo «por trasparencia sesión reservada», lo que presenciamos es un acto de corrupción. Cuando en el mismo acto, los países digitados por el eje La Habana-Caracas protegen a la dictadura venezolana evitando que la OEA cumpla el mandato de su propia Carta y de la Carta Democrática Interamericana en defensa de la democracia, estamos ante un acto de corrupción, evidenciado además por la cantidad de barriles de petróleo (beneficio económico directo) que cada uno de los gobiernos cómplices recibe de Venezuela y que a su vez han generado notorios casos de corrupción locales.

Si revisamos cada una de las medidas internas y de las acciones internacionales que se producen en defensa de la dictadura venezolana, desde las operaciones de agresión criminal  que se cometen en las calles por los denominados «colectivos» hasta la acción de los cancilleres de UNASUR, todas tienen una característica que hace a su naturaleza misma: corrupción.

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