La razón populista

David Ochoa
Quito, Ecuador

Ernesto Laclau aportó a la teoría política una nueva visión sobre el populismo. Este concepto normalmente servía para denominar a las propuestas o corrientes políticas que aprovechaban las urgencias populares para transmitir ofertas demagógicas que apelen al lado emocional del pueblo.

El populismo, en efecto, es transversal a la clasificación ideológica entre izquierda y derecha (un clasificación que, en síntesis, se diferencia por el rol que se le asigna al Estado en la economía). Asimismo, el populismo puede rebasar también la clasificación de corrientes políticas en función de los valores morales, entre liberales y conservadores: puede haber populismos de izquierda o de derecha, así como populismos conservadores y de los otros.

No busca, el populismo, probar o aplicar una teoría política definida a priori, sino que basa su propuesta en la satisfacción de demandas sociales. Y si las demandas no pueden ser satisfechas por los canales institucionales establecidos, se vuelven exigencias que pueden incluso demandar alterar esas instituciones. Para el populismo, la democracia formal institucional es relativizada en la medida en que su transformación sirva para atender las demandas de la colectividad a la que busca representar.

Por su falta de adhesión a un concepto ideológico concreto, la propuesta populista generalmente se encarna en un líder, especialmente en países con tradiciones caudillistas. El peronismo es un paradigma del concepto de populismo como lo configura Laclau, quien plantea como reto la construcción consciente del pueblo para asegurar la vigencia del proyecto populista, más allá de un líder carismático.

Mientras la teoría de la lucha de clases, mira en la clase obrera al grupo social llamado a transformar el estado de las cosas, en la lógica de Laclau, el populismo nace o se consolida en una amalgama de grupos sociales, unidos por un factor común, que generalmente es la satisfacción de sus distintas demandas, que se encauzan en una suerte de demanda mínima común. Esta consolidación de demandas grupales provoca que las más radicales ideas de cada exigencia particular, puedan ser dejadas fuera de la demanda mínima común. Algunos de los grupos amalgamados pueden dejar de sentirse representados en un proyecto populista que estandarice las demandas en tal nivel, que dejen por fuera aspectos clave de las demandas de los grupos más radicales.

Varios autores han analizado los rasgos teóricos que plantea Laclau frente al proyecto de la Revolución Ciudadana. El presidente Correa conserva una definición despectiva del populismo, previa a la de Laclau (que, en realidad, es reciente: su obra La razón populista data de apenas 2005). En consecuencia, Correa rechaza que su proyecto sea denominado populista. Como forma de demostración, Correa hace notar que nunca el populismo ha tenido acogida en el electorado cuencano, paradigma de cultura y racionalidad en Ecuador.

Tras las elecciones seccionales de 2014, se pueden plantear al menos dos análisis políticos en función de la teoría de Laclau:
1. ¿Los resultados adversos de Alianza País en Cuenca, para alcalde y prefecto, implican que la demostración de no-populismo que utiliza Correa ya no es viable?
2. ¿Las propuestas de Marcelo Cabrera o de Mauricio Rodas pueden también denominarse populistas?

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