¿Entienden ahora?

Danilo Arbilla
Montevideo, Uruguay

Para Freundel J. Stuart, primer ministro de Barbados, en Venezuela se nota alguna “inquietud” y un cierto “desasosiego”. ¿Inquietud? ¿Desasosiego? Son más de dos meses de protestas, 40 muertos, decenas de torturados y cientos de presos y heridos y una represión salvaje.

Pero esa fue la respuesta que dio el ministro a un periodista venezolano que le preguntó sobre el apoyo de Barbados al Gobierno de Venezuela, ante más de 250 directores y editores de medios en la reunión celebrada la semana pasada en esa isla por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

Stuart dijo que iba a recabar más información de su embajador en Venezuela, pero que su gobierno apoya la democracia. En este caso, léase a Nicolás Maduro. Parece que Barbados es Petrocaribe dependiente, y de ahí el cierto desparpajo o frivolidad con que el gobernante encaró la requisitoria sobre la situación venezolana.

Pero con todo, no es lo más grave. Durante esa reunión Marcel Granier, de RCTV, dos veces clausurado por el chavismo, denunció que Brasil, sus intereses económicos y sus empresas, particularmente Odebrecht, son el sostén del gobierno de Maduro y le cabe una gran responsabilidad de lo que está pasando en su país.

Similar denuncia hizo Elizabeth Fuentes en El Nacional de Caracas, quien reveló que las bombas de gases lacrimógenos con que se reprime a los estudiantes son marca Cóndor, de origen brasileño.

Granier me dijo que según sus informaciones cada bomba vale 300 dólares y Maduro hace por lo menos 50 días que está gastando más de 3.000 bombas por día. “Haga el cálculo, y eso sin tomar en cuenta el gas pimienta y los perdigones”, todas “armas leves”, observó.

Fuentes en su artículo informa que Venezuela es el 4º comprador de armas brasileñas y que en el 2011 Brasil le vendió 293.000 millones en “armas leves”.

Para Granier el apoyo de Lula y Dilma al régimen chavista obedece a una razón económica y a su reconocida “vocación imperial”. “Desde que comenzó esta extraña relación los términos del intercambio han variado sustancialmente: hace 15 años la balanza era favorable a Venezuela en 500 millones de dólares y hoy cambió y favorece a Brasil en 8.000 millones de dólares”, informó.

Resalta que nada se sabe de los negocios con las empresas brasileñas al tiempo que advierte que todo se hace en secreto, sin licitación, sin pedidos de precios, sin controles, y con transparencia cero. De ello –dice Granier– se benefician las grandes constructoras, los grandes contratistas y hasta los productores de pollos. Se habla –añade– de obras como un puente sobre el Orinoco, a cargo de empresas brasileñas, que se pagó entre 3 y 5 veces más que su costo real. “Pero todo es secreto y nada se sabe”, dice.

Es que esa es la forma de actuar del régimen chavista y también lo que buscan las empresas de armas brasileñas, según consigna Fuentes, es colocar sus productos de guerra, con apoyo de Itamaraty, “en mercados y países con violaciones de los derechos humanos, y sin demasiados controles” y “sin muchas restricciones, exigencias o imposiciones de organismos…”.

Aun con todo esto, la mayor acusación que Granier hace es sobre la entrega de soberanía en el caso de la Guyana Británica, territorio reclamado por Venezuela y que es su salida directa al Atlántico. Brasil, en contubernio con las autoridades de Guyana, está realizando grandes inversiones, mientras Maduro mira para otro lado, afirma el periodista.

Fuentes, en tanto, culmina su artículo con una grave interrogante: “¿Entienden ahora por qué Brasil siempre apoyará a Maduro, cuanto más y mejor reprima?”.

Parecería que por más que lo quieran disimular, Unasur mediante, a los brasileños la “vocación imperial” los vende, y desborda y precipita.