Comisión de la verdad y la reconciliación

Alberto Molina

Alberto Molina
Quito, Ecuador

En la mayoría de países que han tenido luchas intestinas (como Perú con “Sendero Luminoso”, una guerrilla demencial que dejó un reguero de sangre y cuyos dirigentes purgan en las cárceles sus crímenes) los excesos fueron sancionados con rigor y debieron pagar sus culpas aquellos responsables de los bandos confrontados (militares, policías y subversivos). Igual en Colombia, que sigue con su atormentada violencia, fruto de esta terrible experiencia son los secuestros, los actos terroristas, los miles de desplazados y lo que es más, el narcotráfico. En Centroamérica y en los países del Cono Sur, igualmente, se vivieron despiadadas guerras fratricidas, se cometieron todo tipo de abusos y fue una lucha sin cuartel en donde no se respetaron los Derechos Humanos (DD.HH.).

Considerando que los DD.HH. tienen una importancia decisiva, en cuanto expresan el compromiso de la sociedad con el respeto a la dignidad de todos y cada uno de los ciudadanos; por esa razón en la mayoría de países que sufrieron el flagelo de la guerra interna, se crearon sendas comisiones de la “Verdad y Reconciliación”, con el único propósito de buscar la verdad, necesidad antropológica que tiene como objetivo saber qué es lo que ocurrió en forma objetiva y de buscar la reconciliación, para reanudar las relaciones personales e institucionales dentro de una nación.

El decreto de creación de la Comisión de la Verdad  y Reconciliación, en el Perú, establecía en uno de los considerandos: «Que una Comisión de la Verdad es el medio idóneo, tanto para esclarecer los hechos de la violencia terrorista y las graves violaciones a los DD.HH. que ocurrieron durante ese periodo, como para que estos no se repitan, creando las condiciones necesarias para la reconciliación nacional fundada en la Justicia».

El Presidente Correa, al crear la llamada Comisión de la Verdad, lo único que ha conseguido es ahondar más los abismos en una sociedad de suyo ya confrontada; el resultado de las “investigaciones” de dicha parcializada Comisión es buscar la retaliación, que  es equivalente a “venganza”, y no la verdad y la justicia para, como en otros países, alcanzar la reconciliación y poder vivir en paz.

Se entiende que buscar la verdad implica un compromiso ético, libre de venganzas, odios, revanchismos y de veladas intenciones. Lo mismo los DD.HH. son para todos los ciudadanos, no importa cuál es su raza, religión o ideología; igual, para civiles y militares.

Resulta insólito que en nuestro país, por haber cumplido fielmente su deber, estén procesados y encarcelados varios  miembros de las FF.AA., acusados de crímenes de lesa humanidad. Mientras que aquellos subversivos, que amenazaron con tomarse el poder por las armas, son condecorados y muchos de ellos gozan de las delicias del poder. ¡Increíble!

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