Sobre lo de Ricaurte

Fabricio Villamar J.
Quito, Ecuador

El voto de Antonio Ricaurte en contra de la propuesta del Alcalde Rodas para la conformación de las Comisiones del Concejo, ha sido interpretado por una gran parte de la ciudadanía como una traición que se daría a corto o mediano plazo, pero que indefectiblemente se daría. Pero esa es sólo una parte de lo sucedido, lo que no se ha dicho es lo verdaderamente preocupante.

En la alcaldía anterior, con dos meses de anticipación a que nos posesionáramos quienes fuimos electos como Concejales de Quito, nos reunimos varias veces para acordar la conformación de Comisiones, y se buscó la compatibilidad de éstas con la conformación de los directorios de las Empresas Municipales, hecho lo cual, la conformación fue aprobada por unanimidad.

Lo deseable es que las Comisiones municipales se integren equitativa y democráticamente, y solamente en caso de falta de acuerdo, sea la Comisión de mesa la facultada para éstas designaciones, pero lograr acuerdos requiere no sólo de renunciamientos, sino también de liderazgo.

Los anuncios de que la alianza Suma Vive se mantiene, dejan más dudas que certezas pues Ricaurte votará con la Alianza que le llevó al Concejo cuando le sea conveniente. El voto dirimente de ahora en adelante lo tiene él. En poco tiempo se verá si su movimiento le sigue, entregándole a PAIS una mayoría que la ciudad de Quito no se la dio, o si optan por una digna salida, la reprimenda pública a la indisciplina y el respaldo irrestricto al Alcalde.

Las posibilidades de un reencuentro entre el disidente y la alianza quedaron seriamente resquebrajadas cuando desde la Vice Alcaldía se le puso nombre a la acción. Camisetazo. Después de ese calificativo, difícil reconstituir la endeble mayoría, pero imposible restituir la confianza perdida. Uno es amo de lo que calla y esclavo de lo que dice.

Pensar que los concejales de PAIS estarían de acuerdo en que la conformación de comisiones las realice la Comisión de Mesa, en la que tienen apenas uno de cuatro integrantes fue cuando menos otra ingenuidad.
Lo que resuelva la Comisión de Mesa, siempre puede ser reconsiderado por el pleno del Concejo, es decir, o el alcalde ejerce inmediatamente su rol de presidente del Concejo y líder de la ciudad, o se puede prolongar y escalar un conflicto que debió ser evitado.

Mientras tanto, los concejales de País han logrado trabar las designaciones de comisiones pero después de conseguir las representaciones en las Empresas Municipales. Es cuestión de tiempo para que quieran hacer un acto de fuerza que demuestre dónde están los votos, sin considerar que esa actitud en nada beneficia a la ciudad.

La Administración anterior hizo todo lo posible para que el Concejo Metropolitano pierda atribuciones que terminaban siendo exclusivas del alcalde, como el nombramiento de Secretarios, o la fijación de tarifas de transporte, o la reforma del pico y placa. Permanentemente me opuse a esa forma de administración que trataba de imitar lo hecho desde Carondelet, pero con un alcalde de escaso carisma y luego, además, de muy pocas capacidades administrativas. Concentrar el poder y no hacer nada efectivo con él, le costó a la ciudad una pérdida de cinco años irrecuperables.

Lo sucedido en la sesión del jueves del Concejo Metropolitano de Quito le cuesta a un Concejal su credibilidad, les enseña a los nuevos ediles a ser prudentes en los comentarios, le abre una puerta al alcalde para asumir el liderazgo del Concejo y devela lo que será la práctica de PAIS en ésta administración.

Lo sucedido el día jueves debe ser la excepción, no la regla.

Si la obstrucción va a ser la tónica, la revocatoria será el tónico.

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