Sustituibles

Vicente Albornoz
Quito, Ecuador

Virtualmente todas las importaciones son sustituibles. El problema es a qué costo. Sobre todo es importante ver qué es lo que dejamos de producir cuando nos ponemos a hacer las cosas que podríamos importar.

Hace poco se comentaba que se podía sustituir harina de trigo con harina de plátano para hacer pan. Es más, llegué a probar un pan hecho con algo de harina de plátano que no me pareció nada malo. Todo eso me llevó a investigar algo más esta posible ‘sustitución’. Lo primero que averigüé es que para producir un kilo de harina se necesita 10 kilos de plátanos. Además, el proceso parece ser algo trabajoso, porque hay que pelar los plátanos, cortarlos como si fueran chifles y secarlos, antes de molerlos. Y así se puede reemplazar hasta el 20% de la harina de trigo por harina de plátano.

Si bien el sabor no es nada malo, la pregunta sigue siendo si se justifica económicamente.

El Ecuador no es un país con grandes ventajas comparativas en la producción de trigo. Claro que algunas zonas de Carchi y Chimborazo pueden ser muy productivas, siguen siendo zonas relativamente pequeñas y es difícil competir con las enormes planicies de los EE.UU., Argentina, Australia o Europa.

En conclusión, en el Ecuador sí se puede producir trigo, pero no en grandes cantidades; por eso no hay otra opción que importar el resto. Para que las importaciones de trigo no sean tan altas, se podría reemplazarlo en parte por plátano y el Ecuador tiene enormes ventajas comparativas para la producción de banano. Por eso en la década de 1950 pasamos, en pocos años, de ser un exportador marginal a ser el principal exportador del mundo.

Y por esas mismas ventajas comparativas es que nuestro banano se vende tan bien en el resto del planeta.

Considerando todo lo anterior, la pregunta sería si se justifica dejar de exportar 10 kilos de bananos para así importar un kilo de menos de harina de trigo. La respuesta es clarísima, pero sobre todo sirve para ejemplificar que cuando nos ponemos a producir algo que deberá reemplazar a un producto importado, dejamos de producir algo que potencialmente podría exportarse o que, simplemente, es algo en lo que somos más eficientes o especialmente productivos.

Si en lugar de enfocarnos en reemplazar importaciones nos concentráramos en aumentar las exportaciones, habría más recursos para importar aquellas cosas en las que no somos especialmente productivos. Y cuando se produce para exportar se crea empleo, riqueza, etc., pero sobre todo se usan los recursos productivos eficientemente.

Cuando se insiste en sustituir importaciones, también se crea empleo y riqueza, pero no se usan los recursos eficientemente; o sea, con los mismos recursos, bien usados, se podría producir más o se puede hacer productos más valiosos (como cuando se exportan bananos en lugar de usarlos para hacer pan).

* El texto de Vicente Albornoz ha sido publicado originalmente por el diario El Comercio.


Más relacionadas