Tango en el abismo

Hernán Pérez Loose
Guayaquil, Ecuador

La saga del gobierno argentino y los tenedores de su deuda externa tiene un nuevo aunque fugaz capítulo: Buenos Aires inició la semana pasada un procedimiento judicial contra Estados Unidos ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya. De acuerdo con la información emitida por la Corte, Argentina sostiene que Estados Unidos ha violado la soberanía e inmunidad de Argentina como resultado de decisiones judiciales adoptadas por los tribunales estadounidenses respecto de la reestructuración de su deuda pública. Sin embargo, el mismo comunicado advierte que dado que Argentina basa su procedimiento en el artículo 38 (5) del reglamento de la Corte, aún se requiere el consentimiento de Estados Unidos para continuar con el proceso.

No pasaron sino pocas horas de la presentación del petitorio argentino en La Haya, que el Departamento de Estado hizo pública su posición anunciando que no concederá jurisdicción a la Corte Internacional para conocer del reclamo argentino, pues no considera que ese sea el foro adecuado para resolver la crisis argentina. El comunicado, además, instó a Buenos Aires a resolver por vía de la negociación su disputa con sus acreedores.

Ir a La Haya con un petitorio como el presentado, a sabiendas de que Washington no aceptaría voluntariamente la jurisdicción de la Corte –aceptación que es necesaria dado que no existe un tratado entre las partes que habría sido violado– no solo que es una nueva muestra de falta de seriedad de la Casa Rosada, dedicada al parecer a jugar con combustible en medio de un incendio. Es, además, una muestra de los extremos a los que puede llegar el discurso nacionalista en manos de un gobierno como el argentino, tan proclive a inventarse enemigos y victimizarse para esconder sus errores.

Una salida racional del rincón en que está atrapado Buenos Aires comienza por un renunciamiento a su actitud demagógica y la adopción de medidas pragmáticas. Algunos bancos internacionales con presencia en Argentina han expresado su interés en ser parte de una solución consensuada. Ellos podrían, por ejemplo, garantizar el cumplimiento de la sentencia de Griesa luego de que expire la cláusula pari passu de la deuda reestructurada a fin de año. Pero anuncios como el de Buenos Aires de que no está en mora, que ya ha pagado los intereses de los bonos reestructurados en vista de que entregó los fondos al Banco pagador, cuando el contrato expresamente señala que dicho pago tiene lugar únicamente cuando los acreedores reciben tales recursos, son anuncios que no ayudan mucho.

Es más, este artificioso argumento de Buenos Aires provocó la advertencia del irascible juez Griesa de Nueva York de declarar a Argentina en desacato de su sentencia. Una declaración de desacato típicamente implica que el sentenciado rebelde deberá permanecer en prisión hasta que cumpla con la orden judicial, así como la imposición de multas diarias mientras dure su negativa. En este caso hay consenso de que solo las multas diarias se impondrían. De continuar jugando así, el gobierno argentino estaría arrastrando sin motivo a su país a una debacle innecesaria.

Más relacionadas