Duelo y duelos

Danilo Arbilla
Montevideo, Uruguay

El duelo y consiguiente luto por la muerte del candidato presidencial Eduardo Campos irrumpen inesperadamente en el escenario electoral de Brasil y dan lugar a renovados análisis, especulaciones y pronósticos, generan nuevas candidaturas y pautarán, sin duda, cambios en la opinión y simpatías de los ciudadanos brasileños que el próximo 5 de octubre deberán votar por un nuevo presidente, casi 600 legisladores, entre senadores y diputados, y 27 gobernadores estaduales.

El accidente aéreo que tronchó la vida del joven (49) líder del Partido Socialista de Brasil (PSB), exministro de Lula y de Dilma Rousseff y exitoso gobernador de Pernambuco, introduce un elemento en el duelo electoral, que afecta fuertemente las aspiraciones de la actual presidenta de ser reelecta en primera vuelta –obligando a una segunda instancia– y prácticamente destroza todas la esperanzas del hasta ahora principal opositor Aécio Neves, candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), senador, exgobernador de Minas Gerais y nieto de Tancredo Neves, uno de los principales opositores a la dictadura militar (1964-1985). Al mismo tiempo, la desaparición de Campos le abre una puerta, no chica por cierto, a su compañera de fórmula, la ecologista Marina Silva, quien fue la revelación en las elecciones pasadas (2010) al obtener al frente del Partido Verde casi 20 millones de votos (19,33%), malogrando así la elección directa de Rousseff, quien debió pelear por la presidencia en una segunda instancia enfrentando a José Serra, el entonces candidato del PSDB.

Silva, que fue ministra de Medio Ambiente de Lula, al no poder esta vez presentarse como candidata de su movimiento por exigencias de la ley electoral, hizo un acuerdo con Campos, ocupando el segundo lugar en la fórmula del socialismo. Pero, sin perjuicio del prestigio de Campos –quien rechazó todas las “ofertas” de Lula, Rousseff y el PT convencido de que el actual gobierno “deja a Brasil peor de lo que lo recibió”–, igual los analistas estiman que la figura de Marina Silva como primer titular (su nominación se daba como segura al escribir esta columna) ha de contribuir a mejorar el apoyo popular al PSDB.

Veamos qué decían las encuestas: la última antes de la tragedia aérea le daba un 38% a Rousseff (PT), el 22% a Neves del PSDB y solo un 9% al desaparecido candidato del PSB, Eduardo Campos. En abril pasado, cuando aun no se habían formalizado las candidaturas y acuerdos electorales, una encuesta del Instituto Datafolha, sobre intención de voto, incluyendo a Silva como aspirante a la presidencia, la ubicaba a esta con el 27% de los encuestados, por detrás de Dilma (39%), mientras Neves se ubicaba en un tercer lugar (16%).

Estas variadas y cambiantes simpatías de la opinión publica no evitan concluir, sin embargo, que Dilma será reelecta, pero en segunda vuelta. La mala performance económica, los gastos del Mundial y la corrupción tendrán su efecto pero no como para que pierda. Tampoco incidiría en forma decisiva en contra de la Presidenta el duelo y el luto, que tanto resultado sí le dieron en Argentina a su colega Cristina Fernández, viuda de Néstor Kirchner.

El esquema en Brasil parece claro: si en la segunda vuelta Dilma compite con Neves, los votos de Marina Silva, en buena parte “quitados” al PT, se volcarían a la Presidenta. Y si la competencia fuera entre las damas, también se vería beneficiada Dilma con el favor de los votantes del PSDB (el más conservador de los tres partidos “socialistas” en pugna), que optarían por “lo malo ya conocido”.

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