El cambio en nuestro fútbol es impostergable

Sylvia Meneses Echeverría
Guayaquil, Ecuador

Los cambios suelen representar tensión, miedo y nerviosismo. La mayoría de personas se resisten al cambio porque prefieren quedarse con lo que ya conocen, sea esto bueno o malo. El fútbol no está exento de esta situación. Y no importa cuán seguros o no sean estos cambios, lo que no podemos negar es que son necesarios.

Durante los últimos quince años el fútbol ecuatoriano ha vivido su época más gloriosa, tanto a nivel de selección como de clubes. El valor de aquellos hechos históricos es innegable. Y no quisiera que se mal interprete, haber alcanzado la tan ansiada clasificación a un primer mundial, y luego haber podido clasificar en dos ocasiones más y alcanzar unos octavos de final, representan los mayores éxitos a nivel futbolístico de nuestra selección. En lo que quiero insistir es que no podemos quedarnos conformes y que es momento de evolucionar y dar un paso más.

Así como la selección de mayores debe darle espacio al cambio, también deben hacerlo las federaciones y los clubes de nuestro país. Hemos llegado a un punto en el que estamos viviendo los efectos de una insuficiente planificación y falta de prevención. No existe una estructura adecuada dentro de nuestro fútbol que respalde el adecuado desarrollo tanto de los futbolistas como de las instituciones.

La profesionalización del fútbol es innegable y es justamente ahí donde debemos apuntar. La crisis que vive hoy nuestro fútbol no es solamente económica, también es dirigencial y estructural. El fútbol de hoy requiere no ser cortoplacistas, se requiere una visión a futuro con mayor y mejor planificación; una gestión empresarial que no solamente se accione en momentos de crisis, sino que trabaje desde la prevención para evitar futuras situaciones como la actual.

Ningún hincha de nuestro fútbol quiere ver al equipo de sus amores quebrar y desaparecer. No queremos una selección en la que inconvenientes o desacuerdos económicos estén por encima del fútbol, de la jerarquía y del sentimiento. Pero para alcanzar esta situación debemos estar conscientes de que hay que avanzar, de que hay que cambiar. Los modelos actuales de gestión están caducos, se necesita implementar modelos empresariales modernos. Que los presupuestos sean coherentes con la realidad del club, con sus ingresos y egresos. Que sean clubes y federaciones transparentes, responsables y basadas en principios y valores empresariales propios de lo que exige una gestión moderna. Y para que todo esto se cumpla hay que empezar por arriba, armar estructuras empresariales y organismos independientes de fiscalización que controlen a todas las instituciones que participan activamente en nuestro fútbol.

Si queremos resultados distintos, hay que hacer cosas distintas; porque de lo contrario nos quedaremos donde estamos. Y no podemos esperar a que los clubes quiebren o a que intereses particulares rijan nuestro fútbol. Tenemos ante nuestros ojos una realidad que debe cambiar ahora, en la que ahora es el momento de comenzar a trabajar con una visión a largo plazo, encabezada por un sistema adecuado y una estructura segura y fiable que constituyan el marco de desarrollo del fútbol. Y si esto se logra estoy segura que los resultados también se reflejarán en las canchas.

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