El talante de Rafael Correa

Susana González
Guayaquil, Ecuador

La escena no es nueva: una madre arrodillada implorando a Rafael Correa para que su hijo salga libre. No es para menos. En la memoria de muchos padres de familia, seguramente está vivo el recuerdo de casos como el de los estudiantes del colegio Central Técnico de Quito o el conocido como ‘Los diez de Luluncoto’, donde nueve universitarios y un profesor tuvieron que pasar casi un año en la cárcel, acusados de terrorismo y condenados por un sistema judicial que usualmente favorece las pretensiones del gobierno.

Ahora la historia parece repetirse. Luego de la multitudinaria manifestación del miércoles 17 de septiembre, el saldo es más de un centenar de detenidos, de los cuales la mitad siguen con prisión preventiva. Pero, si la ciudadanía realmente cree que la justicia es independiente, ¿por qué los padres de familia envían sus súplicas a Correa? La respuesta se deduce: en el fondo todos saben quién presiona y controla a los jueces.

Los reclamos expuestos en esta última marcha, demuestran el creciente malestar social. El gobierno que antes se jactaba de gastar a manos llenas, hoy tiene que meter la mano al bolsillo de los trabajadores de las empresas telefónicas, tomar los fondos de los maestros o seguir hipotecando el país a la China. La plata ya no le alcanza a Correa, a pesar de que el barril de petróleo sigue en 100 dólares y las recaudaciones tributarias son las más altas de la historia del Ecuador.

Es legítimo protestar, en el marco de la Constitución y las leyes. Por eso, días atrás, con su habitual ponderación, el Alcalde Jaime Nebot sostuvo que era imposible no solidarizarse con aquellos maestros que han entregado su vida para la formación de millones de niños y jóvenes, así como con los trabajadores que día a día luchan por mejorar su calidad de vida y que hoy tienen al frente un gobierno que pretende confiscar sus utilidades. Sin embargo, la escena de la madre arrodillada suplicando a Correa para que liberen a su hijo, deja en evidencia lo que sucede en el Ecuador, donde la imagen del Presidente de la República cada día se asemeja más a la de un monarca.

Por estos días también se conoció de la carta que el policía Vinicio Carvajal escribió a Correa, en la cual le pide perdón por haber participado en la revuelta del 30 de septiembre del 2010; esta carta fue entregada por su esposa, quien pidió compasión para quien es el sustento de su hogar y lleva nueve meses en la cárcel. La lista de personas a las que se ha querido obligar a pedir perdón a Correa es numerosa, allí constan, por ejemplo, los directivos de diario El Universo, periodistas como Juan Carlos Calderón y Cristian Zurita u opositores como Cléver Jiménez y Fernando Villavicencio.

El afán de Correa por recibir disculpas de sus críticos, refleja su verdadero talante, que no es el de un estadista, sino de quien pretende imponer su criterio por medio de la fuerza, haciendo alarde de su poder político. Lo dijo Juan Montalvo, quien combatió las dictaduras de García Moreno e Ignacio de Veintimilla: “Somos libres porque lo somos, no porque un individuo consiente en que lo seamos mientras a él le agrade”.

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* Susana González es concejal de Guayaquil por el partido Madera de Guerrero, y ha sido legisladora por la misma agrupación en alianza con el Partido Social Cristiano.

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