Ejecución del fraude electoral en Bolivia

Carlos Sánchez Berzaín
Miami, Estados Unidos

Las elecciones están señaladas en Bolivia para el 12 de octubre próximo. Son “elecciones sin democracia”, se trata solamente de la “puesta en escena” de un proceso de simulación democrática que debe concluir con la reelección de Evo Morales, quien incluso a señalado el porcentaje de votación con el que ganará. Los candidatos de oposición son “candidatos intimidados” y su acción esta reducida a lo que el candidato oficialista y su aparato quieren o le permiten hacer.

En las elecciones de Bolivia no existe ninguna condición para que este proceso sea reconocido como parte fundamental de la democracia. Para que un proceso electoral sea democrático debe ser “libre”, “justo” y “basado en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo”, como establece la Carta Democrática Interamericana y como reconoce la misma legislación electoral boliviana.

Las elecciones no son libres fundamentalmente porque potenciales candidatos de oposición están perseguidos, inhabilitados, presos o exiliados. Un país con presos políticos y exiliados políticos -a partir de la judicialización y la criminalización de la política- como es hoy Bolivia, no puede pretender ser una democracia haciendo elecciones digitadas solo para mantener indefinidamente en el poder a Evo Morales, cuyo respaldo popular real no pasa de un tercio de los votantes.

Además, el candidato oficialista ha puesto en aplicación el denominado “voto comunitario” que consiste en la coacción pública para que poblaciones enteras o barrios voten íntegramente por Evo Morales y su fórmula, ejerciendo presión y amenazas previas como la de dar “latigazos” y flagelar a quienes voten cruzado, como lo han hecho públicamente el diputado Gallego y los candidatos del gobierno. Ni la denuncia internacional de estos hechos desanima a la dictadura boliviana en su afán de presentarse como democracia.

No son elecciones justas porque Evo Morales está inhabilitado por su propia constitución política para ser candidato. La Constitución Política de la República de Bolivia prohíbe expresamente la reelección consecutiva del presidente de la República, pero ésta ha sido suplantada por la denominada constitución del estado plurinacional que solo permite una reelección consecutiva. Ni con su propia constitución Evo Morales puede ser candidato presidencial este año, pero para habilitarse forzó una resolución del tribunal constitucional, (compuesto por miembros designados por él mismo) con el argumento que la primera elección de Evo Morales no cuenta porque se produjo antes de la existencia del Estado Plurinacional, de donde la elección del 2014 resultaría la primera reelección. El Magistrado Cusi, miembro no firmante de la írrita resolución judicial, ha señalado la nulidad del fallo calificándolo de ilegal.

En el plano de la campaña electoral, Evo Morales tiene a su servicio todo el aparato, obras, publicidad, vehículos, aviones y medios del estado. Los candidatos sólo puede hacer propaganda electoral 30 días antes de la elección, pero Morales viene haciendo desde hace más de seis meses, incluyendo propaganda negativa, acusaciones y enjuiciamientos contra los opositores. El órgano electoral boliviano, totalmente al servicio del mandatario y su tercera reelección, no cesa de coaccionar y sancionar a los opositores y mostrar su permisividad con el oficialismo.

Los candidatos de la denominada oposición, resultan en verdad miembros de la resistencia democrática porque una característica fundamental de la oposición en democracia es la “posibilidad de acceder al poder” y estos candidatos no tienen ninguna posibilidad. Aún aceptando que hacen oposición, están “intimidados” y reducidos a lo que Evo Morales quiere, por lo que la agenda electoral no toca ningún tema que el dictador no permite, como por ejemplo el de los presos y exiliados políticos, o el de la corrupción.

Evo Morales no asistirá a ningún debate, pero hace campaña entregando obras, viajando en aviones, helicópteros y vehículos del estado, con gran despliegue de prebenda.

La observación internacional del día de las elecciones no tiene ningún valor, porque ese día no hacen fraude, el fraude ya esta hecho y está en ejecución. Son estos hechos los que deberían estar verificando los “observadores” de la OEA, Unasur y otros organismos afines al socialismo del siglo XXI, que certificarán el mismo 12 de octubre la “transparencia” electoral y apoyarán la re-reelección del dictador boliviano.

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