La aventura de Turquía y Ecuador

Juan Carlos Díaz-Granados Martínez
Guayaquil, Ecuador

No esperaba mucho de Turquía, pero me cautivó. Después de atracar en al puerto de Kusadi, negociamos con un taxista e iniciamos el recorrido de un día. El clima frío ahuyenta a los demás turistas de todo el mundo. No hicimos fila en lugares donde acuden un promedio de diez mil visitantes diarios. Comenzamos por donde se presume vivió la Virgen María. Una capilla bizantina del siglo XIII. Según el carbón encontrado en partes del asentamiento, los restos datan del siglo I. La tradición afirma que Juan El Evangelista llevó a la Virgen María a este lugar después de la crucifixión de Cristo, huyendo de la persecución de Jerusalén. Es un sitio rodeado de árboles en lo alto de una montaña. Un escondite que insta a orar.

Posteriormente nos dirigimos a Éfeso. La joya de la corona de la arqueología turca. Colonos atenienses la fundaron en el siglo XI A.C.; aunque una leyenda la atribuye a las Amazonas. A finales del siglo I A.C. se convirtió en uno de los principales puertos del Mar Egeo. En tiempos de César fue la capital de Asia Romana, pero a medida que los sedimentos se acumularon en el puerto, la ciudad entró en decadencia y finalmente fue abandonada. En ella pudimos admirar el templo de Artemisa, considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo; la biblioteca de Celso, uno de los escasas muestras de una biblioteca de la antigua Roma; el teatro, con capacidad para veinticinco mil espectadores; el estadio, con una pista de 217 metros donde se celebraron carreras y luchas de gladiadores ante setenta mil personas; las viviendas de los ricos con su hermosa decoración; y, la avenida de mármol, entre otras ruinas. Todo esto ha sido preservado adecuadamente por los turcos. Incluso los restos tienen réplicas de ciertas cosas que reposan en diversos museos de Turquía e Inglaterra.

Éfeso asombra porque sus ruinas parecieran mejor conservadas que la Acrópolis de Atenas. En eso radica la importancia de que un país tenga un plan de turismo integral para proteger los paisajes, centros religiosos, culturales, políticos y comerciales de cada lugar en los que se promueve el turismo receptivo.

No quisiera dejar de recomendar a Kusadasi. Un puerto y balneario con setenta mil habitantes, que durante la temporada alta llega a tener un millón de visitantes. Tiene hoteles maravillosos junto a un mar apacible. Se pueden recorrer tiendas y restaurantes con un paisaje que jamás le permitirá olvidar la experiencia. Cada país tiene sus atractivos especiales. Ecuador es un jugador importante en ese sentido. Lo vital es organizar la captación del turista sin afectar nuestras tradiciones ni los recursos que promovemos.

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