Nuevos impuestos

Walter Spurrier
Guayaquil, Ecuador

En el 2014 el precio del petróleo cae 8 dólares el barril en relación a 2013. El mercado apunta a que nuestro crudo promediará alrededor de $ 70 en 2015, una caída adicional de 18 dólares, nivel muy inferior al contemplado en la proforma presupuestaria. No es coincidencia que se hable de nuevos impuestos.

Las autoridades estarían preparando un proyecto de reforma tributaria para su aprobación por la Asamblea sin mayor debate y que tenga vigencia en 2015.

Se retoma la idea de gravar a las franquicias de comida rápida. Además, un ICE a los alimentos procesados con semáforo en rojo.

Subiría fuertemente el ICE de los vehículos. Para los de menor cilindraje pasaría de 5% a 20%, y los de mayor cilindraje de 35% a 95%. Este impuesto no generaría mayores ingresos sino que desalentaría las importaciones, que también es un objetivo.

Un problema con este impuesto es que el acuerdo con Europa prevé una desgravación arancelaria para vehículos a los siete años de vigencia del acuerdo. Los europeos verían un altísimo ICE para vehículos que no se fabrican en el país como un arancel embozado. Sin duda van a objetar, algo inoportuno precisamente ahora que queremos que nada detenga el proceso de extensión de las preferencias arancelarias que expiran a fin de año.

Se abandonó la iniciativa de clavar un impuesto de 80% a las utilidades de los trabajadores de las dos empresas privadas que ofrecen telefonía celular. Hay un nuevo proyecto de nueva ley de telecomunicaciones, que no crea impuestos más allá de la regalía aplicable a una sola empresa, y quedó sin efecto el proyecto que afectaba a los trabajadores de las telefónicas.

En cambio el presidente anuncia que contempla poner un tope al monto que reciben los trabajadores por participación en las utilidades. El propósito es que el impuesto solo afecte a los trabajadores que perciben utilidades particularmente elevadas, como ya sucedía a fines del siglo pasado.

En principio todos los ingresos por encima de cierta base deben ser gravados, sin discrimen. Es una anomalía que la participación laboral de las ganancias de capital estén exentas. Eso es rescatable de la nueva propuesta presidencial. Pero así como no era equitativo que esos ingresos estuvieran exentos, tampoco lo es que se les aplique una tarifa confiscatoria.

Lo apropiado es que los ingresos por participación laboral en las ganancias de capital tengan derecho a una base no gravada, y lo que exceda se incluya dentro de los ingresos del trabajador y pague impuesto a la renta como cualquier otro ingreso.

Queda atrás el criterio que son elevadísimas las utilidades de los empleados petroleros, mineros y telefónicos porque laboran en actividades de recursos naturales. El Estado, mediante regalías e impuestos especialmente altos, cobra por ese privilegio. Las utilidades son altas porque se trata de actividades intensivas en capital: el valor que se obtiene de dividir el monto que se invierte para el número de empleados es alto.

A medida que el país se desarrolle, habrá más empresas intensivas en capital. Da ahí la necesidad de un tratamiento tributario uniforme para las utilidades.

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* El texto de Walter Spurrier ha sido publicado originalmente en el diario El Universo.

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