Queremos un nuevo ENIPLA

Cristina Valverde de Arosemena
Guayaquil, Ecuador

Creo que somos muchos los que esperamos que con la llegada de la doctora Mónica Hernández al ENIPLA, la institución tome un nuevo giro, moderno e integral. Sé que cualquier innovación es un desafío que provoca gran esperanza y un poco de resistencia. Pero confiamos que el nuevo ENIPLA deje atrás la etapa en que la educación sexual solo enseñaba cuáles eran los métodos anticonceptivos y cómo usarlos. Y esperamos se tenga en cuenta a la persona de forma integral, y que se transmita a los jóvenes que buscar el placer por el placer no es lo mismo que amor, y que el ser humano busca amar para ser feliz.

Esto que parece tan simple y obvio requiere de una formación desde la infancia. Porque aprender a tomar una píldora se aprende fácil y rápido, pero aprender a amar requiere mucho más que unas cuantas clases. Algunos se preguntarán ¿para qué educar a los jóvenes en esto que parece tan abstracto? Pues porque el amor se traduce en obras y en actos concretos que pueden construir o pueden destruir a uno mismo y a otros.

Una sexualidad sin amor, que solo busque sentir placer físico, puede llevar a adicciones como la pornografía, al embarazo no deseado e inclusive al machismo. Sí, al machismo. Porque el machista no es más que un hombre que nunca aprendió a amar, pues un hombre que sabe amar jamás maltrataría a su esposa. La educación sexual con base solamente en lo físico no ha funcionado en ningún lado. En Ecuador, datos oficiales arrojan estas alarmantes cifras: en la última década, el incremento de partos de adolescentes entre diez y catorce años fue del 78%, y en adolescentes de entre quince y diecinueve, del 11%. El inicio sexual ha bajado de 16 o 17 años a 12 y 13 años; el 46% de adolescentes que viven una sexualidad activa están contagiados de alguna enfermedad de transmisión sexual. Es hora de un cambio.

El nuevo enfoque que quisiéramos para la ENIPLA es una visión integral que busque educar a las nuevas generaciones a ser responsables, a saber tomar decisiones y aprender a ser felices y hacer felices a los demás. No es una tarea fácil, pero seguro vale la pena apostar por una educación que trate el fondo del problema y no se contente con soluciones superfluas y cortoplacistas. El problema de la educación sexual con base solo en la parte física es que no aporta nada a los jóvenes en cuanto a futuras relaciones afectivas. Esta educación integral complementa amor y sexualidad, educando no solo a ser responsables con el cuerpo, sino también como cónyuges, padres, novios, amigos. Por ello, mi total apoyo a la doctora Mónica Hernández y a su plan valiente y audaz en construir un mejor Ecuador.

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