Obama se equivoca otra vez

Luis Fernando Ayala
Guayaquil, Ecuador

La lista de errores y horrores de la política exterior de la administración Obama es extensa. Desde su pasividad ante el crecimiento del terrorismo islámico de ISIS, su incapacidad para contener las agresiones de Putin a Ucrania, su incompetencia en el manejo de la crisis en Siria y su negligencia ante el avance de las autocracias en América Latina; han contribuido a que el mundo sea hoy un lugar menos seguro y menos libre. La decisión de reestablecer relaciones diplomáticas plenas con Cuba es otro capítulo más en la fatídica cadena de errores y omisiones de Obama.

El alcance de lo anunciado por Obama el día de hoy, aún está por aclararse y pasa más por lo simbólico que por lo efectivo, al menos en el corto plazo. Los cambios principales: el levantamiento del embargo y la designación de un embajador en Cuba, deberán ser aprobados por el Congreso, hoy en poder de los republicanos. En estos momentos ninguna de las dos medidas parecería tener grandes posibilidades de ser aprobadas.

Pero no hay que confundirse, la importancia simbólica del acuerdo entre Obama y Castro no puede menospreciarse. Estamos ante la presencia de un cambio radical en la política exterior norteamericana, cuyas repercusiones pueden tener graves consecuencias para todo el hemisferio. En efecto, lo que ha hecho hoy Obama es decirle al mundo que para los Estados Unidos el respeto a la democracia y a los derechos humanos, no son ya requisitos indispensables para mantener relaciones diplomáticas.

No sorprende por tanto, la algarabía con que la noticia fue recibida por los gobiernos de la órbita chavista. Después de todo, lo de hoy fortalece las aspiraciones de estas autocracias por mantenerse en el poder de manera indefinida. Cuba deja de ser de esta manera, una excepción aberrante en el conjunto de naciones latinoamericanas; y pasa a convertirse en el modelo a seguir para quienes deliran con establecer ese mismo “tipo de democracia” en todo el continente. Quienes esperan que la apertura comercial traiga como consecuencia el retorno de la democracia a Cuba; quedarán tan decepcionados como el propio Obama cuando intentó aplacar a Putin con gestos de buena voluntad, para poco tiempo después observar incrédulo como Rusia se anexaba la península de Crimea.

Pero este nuevo error de Obama no traerá solo consecuencias políticas para los latinoamericanos. El anuncio de que un contratista norteamericano apresado injustamente en Cuba, fue liberado en canje por tres criminales cubanos sentenciados en los Estados Unidos, es una torpeza estratégica de alcance incalculable. Aunque ahora Obama pretenda presentarlo de otro modo; los gobiernos antidemocráticos del mundo saben que bajo su liderazgo, los Estados Unidos sí pueden ser coaccionados.

Si la credibilidad de la política exterior norteamericana había quedado seriamente debilitada tras el fallido ultimátum de Obama a Al Assad, lo de hoy termina por liquidarla. Pretender un cambio de rumbo en la política exterior de la administración Obama es una utopía; hoy los demócratas del continente no tenemos un aliado en la Casa Blanca. Y eso en un mundo en el que las instituciones multilaterales han demostrado su ineficacia, es una verdadera tragedia. La única esperanza del restablecimiento de una política exterior coherente de los Estados Unidos, pasa porque los norteamericanos no se equivoquen nuevamente en el 2016; y eso en el actual panorama electoral de ese país no está asegurado.

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