El tiempo y el fin del año

Mariasol Pons
Guayaquil, Ecuador

Cuando el año está a punto de acabarse nos atrapa una sensación de premura ante todo. El tiempo es tan relativo, cuando disfrutamos de algo el tiempo vuela pero cuando no, entonces el tiempo puede ir tortuosamente despacio. El fin del año calendario gregoriano nos ubica en un momento de análisis para quienes vivimos en esta cultura.

Se acabó el 2014 y es inevitable evaluar los hechos tanto en lo público –léase en el Ecuador- como en lo personal. Entre muchas cosas positivas y negativas el Ecuador cierra el año con reformas en el COIP, con reformas tributarias, con nuevas metas de recaudación fiscal, con déficit presupuestario -el 1 de Enero se implementan las salvaguardas a las importaciones de Colombia y Perú y se anticipa un viaje a China para conseguir financiamiento-, así como con una caída del precio de petróleo que muy probablemente continuará convirtiéndose en la mega pesadilla del 2015. Cerramos el año con nuevas franquicias en el país y un aparente incremento en la capacidad de consumo.

Cierra también con un serio problema de exportaciones al mercado Ruso que afectan principalmente al sector bananero y al sector floricultor. Así también cierra el año con un evidente crecimiento de tráfico de estupefacientes que permea la economía local inflando los precios. Este año todos tuvimos que adaptarnos a la nueva forma de girar cheques de nuestras cuentas bancarias.

En el ámbito internacional, el mundo estuvo convulsionado por noticias de violencia y corrupción así como con las novedades cubanas.

Mientras tanto, en la parte personal, se evalúan los logros de los miembros de la familia, el desempeño en el puesto de trabajo, las decisiones tomadas a lo largo de estos doce meses con la sensación de que antes de ayer fue semana santa y ahora ya estamos quemando el viejo y cobrando el décimo. A la mente viene el 2015 lleno de promesas que nos motivan a hacer las cosas cada vez mejor y por esta línea de ideas, el análisis es fundamental para descartar lo que no nos aporta y abrazar aquello que nos hace crecer y ser mejores. En la práctica, y eso es lo que permite que muchas cosas pasen sin que la mayoría de conciudadanos lo noten o perciban el tamaño del impacto, nos vamos a concentrar en sacar adelante a nuestros hijos, a disfrutar lo más que se pueda y a evitar las malas noticias.

Aún cuando el contexto pueda o no gustarnos, el cierre de un año y el comienzo del nuevo año nos alienta el espíritu con vientos de esperanza y siempre de mejoras. Nadie vaticina una año peor porque aún cuando las cifras macroeconómicas sean negativas o puedan inspirar desconfianza siempre existe la sensación de la satisfacción personal de logro individual. Si nos aferramos a eso y a la expectativa de hacer un mundo mejor con cada uno de nuestros actos entonces poco a poco iremos corrigiendo aquello con lo que no comulgamos.

Aprovechemos el “momento” para enfocarnos de manera proactiva en lo que buscamos en el 2015, a visualizar lo que queremos lograr y a dar lo mejor de nosotros para acrecentar la calidad humana en el juego del tiempo.

¡Feliz Año!

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