Los impactos de Obama

Danilo Arbilla
Montevideo, Uruguay

Barak Hussein Obama es un hombre que genera impactos. Uno de los primeros fue cuando le concedieron el Premio Nobel de la Paz, a menos de nueve meses de haber asumido como Presidente de los EE.UU. Nunca la “academia” ha explicado muy bien el por qué de esa distinción, difícil de justificar por lo que hizo antes, y quizás mucho más difícil de explicar por lo que ha hecho después.

Uno de los impactos más recientes, en tanto, ha sido el deshielo con La Habana, en el que fue ayudado por el papa Francisco, también un hombre con gran olfato para los titulares y para sumarse a las corrientes correctas y a los relatos en onda.

Esta última decisión tampoco es fácil de desentrañar, aunque pareciera tener algunos fundamentos. Uno de ellos: para qué seguir con una política que por más de medio siglo ha dado cero resultado; hasta hoy nada se ha conseguido en materia de libertades y democratización, EE.U. ha perdido imagen y ha hecho el ridículo, mientras Fidel y su hermano lo usaron como excusa para sus fracasos y atropellos.

Con esto del embargo, EE.UU. ha sacrificado credibilidad. Mucho bloqueo, pero el intercambio comercial y el envío de remesas a Cuba superan largamente las cifras con respecto, por ejemplo, a Uruguay, país con el cual los EE.UU. mantienen y han mantenido siempre una estupenda relación.

Lo mismo ocurre con lo de la defensa de las libertades y derechos humanos. Es estricta con Cuba, pero la Nicaragua de Ortega es una protegida del Departamento de Estado. Tampoco pasa nada concreto con la Venezuela chavista, de la que EE.UU. es principal exportador e importador de productos. Y esto por citar casos de la América Latina tan ignorada por Obama, porque si nos vamos al Oriente, cercano y lejano, los ejemplos proliferan.

Pero igual faltan elementos, sin contar los que puedan surgir en el correr del tiempo, para descifrar esta jugada de los Castros y Obama. En Miami no son pocos los empresarios que comenzaron a tomar posición para “operar” en la isla. Según se dijo “para ayudar a los cubanos a desarrollar el poder de la libre empresa para mejorar sus vidas”.

Quizás deberían haber dicho “para mejorar su consumo”, porque en materia de libertades ya rápidamente el régimen, con el apresamiento de más de cincuenta pacíficos disidentes, puso los puntos sobre las íes y avisó por donde “no va la cosa”.

Parecería que en las charlas secretas, ya sea con Obama o con el papa Francisco, no se acordó ningún tipo de garantía para los cubanos ni se convino alguna clase de apertura. Por lo menos algo mínimo: esto es, poder decir algo a micrófono abierto en una plaza pública sin que nadie te censura, te controle o te lleve preso.

Todo hace pensar que en esa materia y en lo que respecta a la isla, los Castros mantienen la batuta. Algo así como lo que ocurrió hace unos años cuando EE.UU. abrió la posibilidad para que algunos medios de comunicación tuvieran corresponsalías en La Habana, porque el embargo también funcionaba para los estadounidenses y la prensa de los EE.UU., que no podía instalar oficinas en Cuba, incluso a despecho de la 1ª Enmienda. De todas formas quien dispuso qué medios de EE.UU. podían funcionar en Cuba y cuáles no, fue Fidel. Y así fue aceptado por todos, gobierno y medios.

Por ahora, lo único claro es que el régimen cubano tuvo que aflojar un poco al secarse la fuente (de petróleo y otras yerbas) venezolana, y que Obama lo aprovechó para impactar al mundo y al mismo tiempo para apaciguar un poco la prédica “off shore” de los Castros, a la que desde hace tantos años tantos obedecen y se afilian en la región.

El petróleo venezolano fue un buen negocio para Cuba, pero también, como me dijo un opositor nicaragüense, era un buen regulador económico y social, particularmente en Centroamérica y el Caribe, y de alguna manera era una tranquilidad para el Departamento de Estado, por lo cual ahora se estarían tomando algunas providencias.

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* Danilo Arbilla, expresidente de la SIP, es periodista uruguayo. Su texto ha sido publicado originalmente en el diario ABC, de Paraguay.

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