Testimonio de un Comandante

Alberto Molina

Alberto Molina
Quito, Ecuador

Es el título de un libro que nos entrega el General Ernesto Gonzalez, Jefe del Comando Conjunto en el Gobierno del Presidente Correa. Según el DRAE, testimonio es una “declaración de la verdad de un hecho que realiza una persona que ha sido testigo del mismo”, en este caso habría que hablar en plural, es decir, de los “hechos” de los cuales el General ha sido testigo, sobre todo en una etapa compleja y difícil para el país y para las Fuerzas Armadas.

González ha consagrado gran parte de su vida a la profesión militar y con justo mérito ha alcanzado las más altas jerarquías y, obviamente, las más altas responsabilidades; el libro que nos entrega está cargado de sinceridad y nos narra acontecimientos que están latentes en la realidad del país. Su lectura posibilita un mayor entendimiento y acercamiento de la sociedad civil y los militares, es un valioso aporte para el debate que debe ser esclarecedor de situaciones que aún están flotando en el país entre la verdad y la duda.

En el capítulo sobre las competencias militares, nos dice que no es contrario a los cambios en la misión y visión de las FF.AA, pero éstos “no deberán ser producto de intereses políticos transitorios, sino por el contrario, deben obedecer a la reflexiones profundas que determinarán qué tipo de FF.AA. requiere el Estado para garantizar los intereses nacionales…”; luego señala que “en los últimos años ha sido natural o normal, por decirlo así, que el Ejecutivo quiera emplear las Fuerzas Armadas, involucrándolas en muchas situaciones que contrarían la naturaleza propia de la institución”. Teme por el deterioro de las relaciones pueblo-militares, “ya que la decisión política de emplear a las Fuerzas Armadas en aspectos relacionados con la seguridad ciudadana, como por ejemplo, el desalojo de tierras, control de cachinerías, delincuencia común y otras, traiga como consecuencia mayores tensiones entre la población civil y los militares; sin contar con el riesgo de desprestigiar a la institución producto del uso excesivo de la fuerza, …”.

En el capítulo “El gobierno del presidente Correa y las Fuerzas Armadas”, señala que “ha existido poca participación y presencia del presidente Rafael Correa en las actividades que desarrollan las Fuerzas Armadas”; en relación al IV libro del Código Orgánico de Seguridad Ciudadana, manifiesta “que no ha sido tratado adecuadamente”.

“En este periodo del presidente Correa, por desconocimiento u otros fines, no ha existido un reconocimiento claro de los atributos especiales de la profesión militar; no ha tenido la confianza necesaria que se pueda convertir a la postre en la base de unas buenas relaciones, por lo que ha querido llevar a las Fuerzas Armadas a una transición que le lleve a tener un control político pleno de las Fuerzas Armadas”. Desgraciadamente no señala cuales son los “otros fines”.

En relación al ataque a Angostura, un testimonio que lo honra, señala: “Otra decisión política que yo no compartí y así le hice conocer al Ministro Ponce fue poner en disponibilidad a la cabeza visible del sistema de inteligencia militar del ejército Coronel Mario Pazmiño Silva que, según el informe presentado, era por no haber sido oportuno y discrecional en el manejo de inteligencia. Al contrario de lo manifestado siempre consideré al Coronel Pazmiño un buen profesional en el área de inteligencia”, eso se llama lealtad con el subordinado.

Lo relacionado a la Base de Manta, sobre el 30-S, sobre la Comisión de la Verdad, sobre la Adhesión del Ecuador a la Convención del Mar, etc., son temas sumamente importantes para el debate y que constan en este importante libro, que como señala en el prólogo Hernán Rodríguez Castelo: “Ha sido un gesto de valentía militar escribirlo y despliegue de hábitos militares escribirlo concienzudamente. Lo uno y lo otro están haciendo falta en el gris y somnoliento vivir nacional en que nos hemos ido sumiendo, en el que el miedo a hablar parece haber acabado en el miedo a pensar”.

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