Culto a la personalidad

Alberto Molina

Alberto Molina
Quito, Ecuador

El entorno de aduladores que tenía Hitler a su alredeor era numeroso, cada uno quería grangearse su voluntad, aprovechaban cualquier momento para exaltar su ego y no escatimaban elogios cuando tenían la oportunidad de hacerlo sobre todo en público.

Uno de sus lugartenientes era Hermann Goering, publicamente decía: “¿Dónde está el secreto del éxito infalible de Adolf Hitler y de su poderosa influencia sobre el pueblo Alemán? ¿Está en su bondad humana, en su fuerza de carácter o en su particular modestia? ¿Está quizá en su talento político de presentir y prever las cosas siempre con exactitud, o está en su extraordinaria valentía o en su singular fidelidad frente a sus partidarios? Por mucho que se reflexione sobre esto, siempre se llegará a la conclusión de que no es solamente la suma de todas estas virtudes, sino que hay algo indescriptible y casi inconcebible alrededor de este hombre único, y el que no lo admita no llegará jamás a explicar la fuerza moral de Hitler; nosotros queremos a Adolf Hitler, porque creemos profundamente y con firmeza que él ha sido enviado por Dios para salvar a Alemania”.

Otro de sus cercano, Rudolf Hess, decía: “Con orgullo vemos que sólo un hombre está exento de toda crítica: Hitler. Y esto porque todos sienten y saben que él tiene siempre razón y siempre la tendrá. En la fidelidad sin crítica, en la entrega al Führer, que supone una ciega obediencia sin preguntar jamás porqué, y en la callada realización de sus órdenes está anclado el nacionalsocialismo de todos nosotros”.

“Al Führer tenéis que agradecer cuanto poseéis: el empleo, el sueldo, el cielo azul que os cobija, y la vida en general”, se publicó en el “NS-Frauenwarte” (organisno nacionalsocialista para las mujeres), y Goebbels opinaba: “Cuando habla Hitler es como si asistiera a un servicio divino”.

Por último, Goebbels, escribió en el semanario Das Reich: “Hitler es la más grande entre las personalidades que hoy hacen historia; a todos ellos los supera en la previsión de las cosas que están sucediendo. Él los supera no sólo en genio e instinto político, sino también en saber, carácter y fuerza de voluntad. Jamás sale una palabra de falsedad o un sentimiento bajo de su boca. El es la verdad en persona. El tiene el sexto sentido, o sea el carisma, de ver lo que para los ojos de otros seres humanos es invisible…El es el milagro de los alemanes; sólo él es lo inexplicable, el secreto y el mito de nuestro pueblo. El gran revolucionario contra un mundo mentiroso y enemigo, contra un mundo de frases y de falsas apariencias, avanza bajo los truenos de las batallas hacia la perfección de su obra histórica”.

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