Nunca más el mar: Memoria y olvido. Vida y obra de Miguel Donoso Pareja

Cristian López Talavera

Cristian López Talavera
Quito, Ecuador

A Cristina, su llanto acompaño esta memoria

Como ha sido costumbre, desde que cursaba mis últimos años en el colegio, dos veces a la semana visito las librerías de segunda mano de Quito; más allá de los libros que pueda conseguir, los pasillos desentrañan un misterio: me remiten confesiones, fotografías, algo de su magia, pero nunca la mirada atrás se congela en una isla de piedra. Es así, que en el año 2003, herido en mi realidad, me acerqué a un libro blanco, publicado por la CCE de Quito, en su colección Línea Imaginaria, su autor Miguel Donoso Pareja: Adagio en G mayor, un nuevo mundo se me develaba, en cada verso ingresaba a ese laberinto de la soledad: “a cada señal de su esplendor,/ las huellas lejanas de su olvido,/ la conciencia atroz de que la inventa.”

Sí, así conocí la obra de Miguel Donoso Pareja, la poesía nos hizo el llamado, ahora con su muerte, nuevamente es la poesía quien nos pone ojos en la memoria, porque la muerte es esa escritura que no escucha, sino que permanece en la ría. Al leer sobre la muerte de Donoso Pareja en el muro de Facebook del poeta Fernando Itúrburu, confieso que mi reacción fue de una asfixia en el alma, esa misma asfixia cuando leí su cuento El tarro de leche, publicado por la CCE, núcleo de Guayaquil, de aquel libro ya lejano, pero rememorado El hombre que mataba a sus hijos, esa asfixia del alma al ver un escritor muy humano, personajes que desentrañaban nostalgia, ya sea por el hambre, por la lucha de la libertad, como también por sus posiciones políticas. El tarro de leche, un relato urbano, un personaje que puede ser cualquiera de nosotros, hombre o mujer que se desvive por conseguir dinero y así darle de comer a sus pequeños hijos que berrean en alguna casa arrendada.

Escritor polifacético, su obra abarca todos los géneros literarios; poesía, narrativa corta y larga, ensayo, crónica, pero también fue el coordinador de los Talleres Literarios que se dieron en México y Ecuador; de sus aulas salieron varios escritores y grupos literarios, iniciador fue de la generación de los años 80, llamada la Generación de los Talleres, Diego Velasco, Pablo Yépez, Huilo Ruales, Pedro Gil, Ubaldo Gil, tantos otros, en varias ciudades; el escritor Raúl Vallejo indica que en una sesión Donoso Pareja ensayó, con sorna, “la escritura de un sádico para lectores masoquistas”, y cómo no recordar su novela Henry Black, novela donde experimenta con el lenguaje. Sus personajes no están solos en la ciudad fría, aparecen en ruleta rusa, el lector enfrentándose a angustias existenciales, ingresa al acertijo narrativo donde debe detectar cada símbolo que propone su obra.

Escritor que vivó el exilio, en México fue donde produjo lo grande de su obra, no solo literaria, sino académica. Rodolfo Pérez nos dice que, entre los años 1974 y 1976, fue profesor de Estructura de Novela en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de México, además de ser director de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México. Pero fue, en 1981 que publica Nunca más el mar, novela que genera un diálogo sobre el exilio y el “eterno retorno”, como en un juego de azar, el hombre mira ese regreso como en un espejo trizado, allí su drama existencial, algo que escribiera en su libro de poemas La mutación del hombre: “Madre hoy vengo a ti angustiado./ Con la angustia de un libro maltratado por un torpe/ o un hombre esperando en una esquina/ a la mujer de otro./ O el que escucha en la sala de una clínica,/ su alimentado semen en el llanto de un hijo.”. Siempre sus imágenes fueron perturbadoras. Donoso Pareja vivió y sintió la poesía: su palabra fue siempre libertad, para él el allá no existió, sino el acá, nunca el vacío sino lo todo y la nada.

Conocido también que fue amante de la isla de Cuba, la de Castro, la isla de los ángeles decía en su poemario Los Invencibles: “Los ángeles son mudos, pero hacen/ crecer la madrugada./ Hay seis millones de ángeles en Cuba.”, así su canto se recrudece, así la Cuba es un canto de noche clara. Pero el canto no queda allí, sino que utiliza juegos de imágenes para recrudecer la musicalidad, los versos van describiendo instantes eternos de ese país amado por el poeta.

Pero las imágenes no quedan solamente en su lírica, en el 1986, la editorial Planeta, publica el libro de relatos Lo mismo que el olvido, una prosa cargada de simbolismo, de desolación humana. El verbo en Donoso Pareja se hace cuerpo, el poema se recrudece en muerte. Gudrum es el personaje que inicia esta serie de relatos, y así como todos los personajes de las historia, éstos nunca se encuentran ¿acaso existen?. En Grudrum, la soledad aqueja los espacios: “No lo dije dándole la razón, protesta, y ella sonríe dirigiéndose a la ventana desde donde se ve una vela solitaria en medio del océano”; así, a lo largo de las páginas, estos desolados personajes creen encontrar esperanza en un mundo fragmentado, pero siempre al final la frustración se recrea en ellos, un ejemplo el cuento Monzón donde Donoso Pareja experimenta al incluir en la narración elementos del teatro.

Se podría decir que Donoso Pareja, yéndose en contra del silencio y el sonido, inventa en la palabra ciudades, personajes, escenas memorables que renacen ante un parpadeo de un ojo miope, y la confirmación de lo dicho es su libro de relatos La cabeza de náufrago, publicado en el 2009, nuevamente el autor recurre al humor, a la ironía para desentrañar esos personajes nostálgicos, ya el autor ingresa experimentando el microcuento, así el relato La cabeza de ahogado, ejemplifica lo expuesto:

“Salió del agua y vio la tersa superficie. Era tal la crueldad y tanta la belleza que no pudo pronunciar ni una palabra. Volvió al fondo entonces. Ahí articuló su discurso la cabeza sin cuerpo del ahogado”.

Escribiendo esta memoria, intento asimilar la muerte de Miguel Donoso Pareja, y se me viene a la mente el relato El viejo (viñeta para ilustrar un poema), fotográfica esta prosa, y él diría, como antesala a su partida al más allá (del cual tenía mucha desconfianza) “La gente se muere por cansancio, no por vieja”, así esta partida dolorosa, el viejo, nuestro viejo murió por cansancio, quizá el cansancio de ver su obra ahogarse en una navaja de sangre, solitaria, entender que en su vejez, tanto la Editorial Mar Abierto como el Fondo de Cultura Económica de México, publicarán sus obras completas (ensayo y cuento, respectivamente). Quizá nuestro viejo estaba despidiéndose de los lectores. Quizá estaba preparando su nuevo exilio hacia la nada, entonces ¿Cuál otra sería la tarea de este viejopájaro sino su búsqueda con la palabra libertad? (O)

* El poeta quiteño Christian López Talavera fue ganador del Premio Nacional Paralelo Cero 2015.

Más relacionadas