Ideas constructivas para la ¿nueva? OEA

Ezequiel Vásquez-Ger
Washington, Estados Unidos

A pocos días de asumir como Secretario General de la OEA, las primeras designaciones y declaraciones de Luis Almagro no generan ni entusiasmo ni perspectivas de cambio. Al contrario, siembran dudas sobre el rumbo que el uruguayo planea darle a la Organización.

La elección del equipo de transición de Almagro es una primera alerta roja. Días atrás, anunció en su cuenta de Twitter que el argentino Gustavo Cinosi formaría parte de su equipo. De acuerdo a reportes de prensa, Cinosi figura como titular de cuatro empresas en Argentina junto con Jorge Chueco, abogado de Lázaro Báez, e imputado por el lavado de más de 65 millones de dólares de la corrupción. Si bien Cinosi suele jactarse de sus fuertes vínculos con le Embajada de Estados Unidos, fuentes en Argentina lo ubican como un empresario del “riñón presidencial” y con fuertes vinculaciones a los servicios de inteligencia del país.

Las primeras declaraciones de Almagro sobre Venezuela, luego de ser electo, también dejan que desear. En una entrevista en Univisión, al ser consultado sobre la situación en el país, en lugar de responder condenando las violaciones a los derechos humanos, alertando sobre la situación de los estudiantes que hace más de un año se encuentran detenidos, o hablando sobre la prisión ilegal de Leopoldo López; Almagro prefirió distanciarse de la postura sostenida por más de 30 expresidentes de la región, dando vuelta la pregunta y diciendo que en Venezuela “hay que prestar atención a las acusaciones creíbles de golpe de Estado”.

Su declaración es un claro ejemplo de la desconexión de Almagro con la realidad de la región. Si Almagro supiese lo que ocurre en Venezuela, sabría que gran parte de lo que él llama “acusaciones creíbles”, estuvieron basadas en correos electrónicos fraguados que el Gobierno intentó hacer pasar por verdaderos.

Ahora bien, como Almagro aún no comenzó su gestión, a continuación planteo cinco ideas constructivas para la nueva OEA que Almagro debería llevar adelante si quiere salvar a la organización.

(1) El primer día luego de asumir el cargo, Almagro debe enviar una carta al presidente de Venezuela pidiendo que el Gobierno acepte una visita in loco de la Comisión Interamericana para constatar la situación de los derechos humanos en el país. Si en el año 1979 el entonces Secretario General Alejandro Orfila logró que Rafael Videla acepte la visita de la Comisión en pleno gobierno militar en Argentina, no hay razón para creer que Almagro no puede lograrlo también.

(2) Es imposible pensar en una nueva OEA si no se aclaran las presuntas irregularidades financieras y contractuales ocurridas durante la gestión de José Miguel Insulza. Durante su primera semana en el cargo, Almagro debería ordenar una auditoría externa, a cargo de una empresa de reputación internacional, para analizar, investigar y hacer público todos y cado uno de los accionares de José Miguel Insulza en cuanto al manejo financiero de la organización, el otorgamiento de contratos y demás. El resultado de la auditoría debe ser un informe que tenga implicancias legales en caso de confirmarse las irregularidades que dentro de la organización muchos conocen, pero pocos se animan a decir en voz alta.

(3) La corrupción es uno de los problemas más graves que vive la región, tocando niveles históricos. La corrupción no tiene ideología. De Brasil a Argentina, de Venezuela a Ecuador; todos han sido víctimas de la desaparición de cantidades incalculables de dinero durante los últimos años. La OEA cuenta con una herramienta importante para la lucha contra la corrupción: La Convención Interamericana contra la Corrupción. Sin embargo, dicha convención no ha sido utilizada jamás. Si Almagro realmente quiere hacer algo para superar los problemas que vive el continente, es fundamental crear una Comisión Interamericana contra la Corrupción, la cual tenga la potestad de recibir y procesar denuncias, iniciar investigaciones, realizar pedidos de información a los gobiernos de la región, y emitir sanciones y designaciones públicas cada vez que se compruebe un crimen.

(4) En su plataforma de campaña Almagro hizo énfasis sobre la necesidad de promover la seguridad ciudadana. Para hacerlo, no puede dejar de conocer el problema del narcotráfico y el hecho de que en países como Venezuela muchos de los funcionarios más altos del gobierno han sido señalados como narcotraficantes por el gobierno de Estados Unidos, tal como es el caso del ex Director de Inteligencia Militar, Hugo Carvajal. En Argentina y en Ecuador el problema también está creciendo, con el surgimiento de una nueva clase de narco-política que amenaza directamente contra las instituciones del país, y de la cual forman parte importantes funcionarios. Es por ello, que la OEA de Almagro debe promover activamente la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, dentro de un marco de total autonomía de los gobiernos miembros.

(5) Semanas atrás el Embajador de Venezuela ante la OEA, Roy Chaderton, dijo que “Una bala en la cabeza de un opositor pasa rápido y suena hueco”. Este tipo de declaraciones, que no hacen más que llamar a la violencia, deberían ser sancionadas por el Consejo Permanente de la Organización. La nueva OEA requiere de un nuevo código de ética, que tenga autoridad sobre el actuar de los Embajadores, y que sancione este tipo de declaraciones.

Si Almagro escucha estas ideas y toma acciones al respecto, entonces logrará su objetivo de renovar y fortalecer la organización. Si no lo hace y continúa el legado irresponsable de su antecesor, lo que he dicho antes de la elección se confirmará: Luis Almagro es el candidato de los países autoritarios de la región para terminar de destruir la Organización.

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Ezequiel Vázquez-Ger es director del Centro de Investigación Periodística en las Américas. Su texto ha sido publicado originalmente en el diario El País, de España. Twitter: @Ezequielvazquez

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