¿Banda de humo?

Eduardo Carmigniani
Guayaquil, Ecuador

En agosto del 2013 sostuve en esta columna (a propósito del entramado de empresas de papel creado para hacerlas figurar como dizque exportadoras a Venezuela, y así beneficiarse de los millonarios atracos cambiarios a ese país por importaciones ficticias desde el Ecuador), que por semejante claro delito (de lavado de activos) debía responder no solo el que en forma directa o indirecta: “…se beneficie de cualquier manera, de activos de origen ilícito” (ley para prevenir el lavado de activos, Art. 14, a), sino también quien directa o indirectamente lo “Organice, gestione o asesore” (Art. 14, d, de la misma ley).

Con aquello de los organizadores, gestores o asesores me refería, obviamente, a una banda bien criolla que a cambio de importantes comisiones (yo suponía) había armado el tinglado localmente, incluida la apertura de cuentas bancarias a las susodichas empresas de papel, para que unos avispados venezolanos esquilmen a su país.

Sin embargo, por la reciente investigación periodística que sobre este asunto ha publicado El Universo, sospecho que la banda que yo opinaba existía (autoapodada “Ocean´s eleven” pretendiendo que a sus miembros los comparen con el glamuroso grupo de asaltantes de casinos de la famosa película), tal vez nunca existió en realidad pues, en los procesos penales que según nos cuenta el citado reportaje han sido iniciados, se ha involucrado tan solo a unos venezolanos, supuestos beneficiarios de los dineros mal habidos del cuento, así como a unos pobres ciudadanos cuya identidad ha sido usurpada, pero nada de nada de los Ocean´s eleven; y como debo entender que las investigaciones de la fiscalía han sido técnicas, meticulosas y profesionales para encontrar a todos los involucrados, resulta que la verdad (al menos procesal hasta ahora) contradice a lo que yo sostuve como opinión.

Resulta entonces, vistas así las cosas, que la susodicha banda habría sido inexistente, o de humo, en cuyo caso yo habría estado francamente perdido; salvo, claro está, que los perdidos hubiesen sido los investigadores, mareados con el humo echado por la banda sobre sus ojos para que busquen en otras plazas en lugar de en las adecuadas.

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