¿Libertad económica o autarquía?

Juan Carlos Díaz-Granados Martínez
Guayaquil, Ecuador

Una persona me preguntó si no era nacionalista. “Prefiero que todos seamos libres para elegir de la mayor posibilidad de ofertas de bienes y servicios. No solamente aquellas que el gobierno quiere proteger”, respondí. Estoy en desacuerdo en que los consumidores nos perjudiquemos por decisiones del gobierno; obligándonos a pagar más por los productos y encareciendo los insumos para la producción nacional.

Es un gran momento para ser rico. Los adinerados se están haciendo más prósperos y las empresas pequeñas están padeciendo, gracias a tantas regulaciones estatales proteccionistas, que solamente aquellos que tienen el músculo financiero pueden soportar. Lo contrario al discurso oficial.

Tampoco es a través de la redistribución de la riqueza, ni lo que determine el gobierno sobre los topes de ingreso o las empresas a las que sienta debe privilegiar, lo que hace que se produzcan resultados sociales positivos. El progreso y la posibilidad de escalar socialmente requieren eliminar barreras al acceso, libertad para conectarse con el mundo y que el gobierno sea menos entrometido. Para que exista riqueza, algún individuo debe haberla creado. Si solamente la transferimos, se acaba.

La relación entre libertad económica y PIB per cápita es significativa. La libertad económica suscita el crecimiento económico que genera oportunidades para que todos podamos trabajar, producir y ahorrar. Los que más se benefician con el crecimiento económico son las personas con una renta más modesta. En Suiza, la renta del 20 % más pobre de la sociedad ha crecido un 17 % entre el 2007 y el 2012.

Mientras menos restricciones, cupos, salvaguardias y normas técnicas, mejor. Restringir el libre comercio origina oligopolios y monopolios. Tenemos que salir a venderle más al mundo para que vengan los dólares. No podemos seguir siendo hostiles a la inversión o a los acuerdos de libre comercio que amplíen nuestro mercado de consumidores.
El índice 2015 de libertad económica demuestra, una vez más, que los países con mayor libertad económica tienen un desempeño sustancialmente superior al resto en crecimiento económico, ingresos per cápita, atención médica, educación, protección del medio ambiente, reducción de la pobreza y bienestar.

La lista del Heritage Foundation en colaboración con The Wall Street Journal es liderada por Hong Kong y Singapur. Chile, un país parecido al nuestro, se encuentra en el puesto 7 de mayor libertad económica en el mundo. Ecuador: en el puesto 156, de un listado de 178. Los tres últimos países son nuestros amigos de Venezuela y Cuba. En último puesto: la extraña Corea del Norte de Kim Jong-un.

No necesitamos un Estado más asfixiante y redistribuidor, sino uno que habilite un marco institucional que permita crear y acumular riqueza en beneficio de todos. Es decir, un Estado con baja presión fiscal y, también que no se inmiscuya en las relaciones privadas entre los agentes económicos.

Todo lo que exportamos es producto del ingenio y esfuerzo de un emprendedor. No de los políticos. El Estado es improductivo y definitivamente no es innovador como los individuos de la sociedad. Endeudarse, en lugar de reducir el gasto público, agrava el fracaso del modelo SENPLADES.

Más relacionadas