Despetrolizar al Ecuador

Gonzalo Orellana
Londres, Reino Unido

De la mano de la caída del precio del petróleo que empezó en el último trimestre del 2014 se ha reactivado el debate sobre nuestra dependencia del petróleo. Pero, ¿qué tan grande es nuestra dependencia?

La dependencia al petróleo se sostiene sobre 3 componentes: el energético, el de balanza de pagos y el fiscal. Empecemos por el energético, algo más de la mitad de la energía eléctrica producida en nuestro país proviene de los combustibles fósiles, a esto hay que sumarle que prácticamente el 100% del transporte tanto privado como público también depende del petróleo. La segunda dependencia es comercial, pues el petróleo es el principal producto de exportación (en 2014 fue casi el 52% del total), lo que significa que en momentos de caída del precio, el país tiene problemas para cubrir sus importaciones, entre ellas los derivados de petróleo que quemamos para producir energía. Finalmente el tercer componente es fiscal, con esto me refiero al gasto del gobierno que financia los derivados del petróleo que nos generan déficits comerciales. ¡Un modelo de negocios de locos!

La pregunta es ¿cómo reducimos esta dependencia? El proceso de «despetrolizar» al Ecuador es un proceso largo, complejo y costoso, por eso la mayoría de gobiernos evitó hacerlo. Siguiendo el mismo camino del párrafo anterior, lo primero que habría que hacer es sustituir el petróleo en nuestra generación eléctrica y en nuestro transporte, apostando por generación renovable de electricidad, aspecto en la que el país tiene un potencial enorme, y por transporte público que utilice electricidad en lugar de derivados de petróleo. La reducción del peso del petróleo en las exportaciones es un proceso en el que debe intervenir el sector público pero sobretodo el privado. La creación de industrias competitivas a nivel internacional es un proceso lento en el que intervienen: la política comercial, las oficinas de promoción de exportaciones, la calidad del producto, así como el talento y visión de los empresarios. Finalmente el aspecto fiscal va a depender mucho de lo que hagamos en los dos componentes anteriores, pues los subsidios a los combustibles son una consecuencia de la necesidad de importar derivados, para transportarnos y para generar electricidad.

Hasta aquí el aspecto teórico del proceso de independencia del petróleo, ahora miremos que ha pasado en Ecuador en la última década y que va a cambiar en el corto plazo. Lo primero y quizás más importante es la inversión en hidroeléctricas que está haciendo el actual gobierno, pues pasaremos de  electricidad cara, contaminante y parcialmente importada a tener electricidad barata, renovable y producida 100% localmente. A nivel de transporte hay algunos aspectos a destacar: la construcción del metro de Quito, del tranvía de Cuenca o el impulso a los autos eléctricos son todos pasos en la dirección correcta, aunque solo tendrán un impacto significativo en el mediano y largo plazo.

A nivel de la balanza comercial vemos buenas y malas noticias. Lo positivo es el crecimiento de las exportaciones no petroleras, que cerraron en $12.400 millones en 2014, el doble que lo exportado en 2009. Lo negativo es que nuestras exportaciones siguen siendo mayoritariamente “commodities” con poco valor agregado, lo que las hace vulnerables a cambios en los precios internacionales. A nivel de política comercial el resultado es mixto: las mejoras en el trabajo de las oficinas de comerciales en el exterior y la firma del acuerdo con la UE son aspectos positivos, pero es mucho más lo que se puede hacer para abrir mercados y el gobierno ha mostrado hasta ahora poco interés en hacerlo.

Finalmente a nivel fiscal el país ha dado pasos importantes como el fortalecer la recaudación tributaria que ya es la principal fuente de ingreso para el sector público. Sin embargo hay una decisión pendiente que el país lleva arrastrando por décadas: el subsidio a los combustibles. El gobierno, intentando reducir el impacto político de dicha decisión, ha elaborado un plan complejo de sustitución de cocinas a gas por eléctricas, sin embargo poco ha dicho sobre el subsidio a la gasolina, el más caro, contaminante y socialmente regresivo.

La aparición del petróleo en la vida del Ecuador cambió drásticamente nuestra historia, positivamente incrementando los ingresos, pero también negativamente evitando que el país tomara decisiones que son difíciles pero necesarias. De no haber tenido petróleo quizás habríamos invertido antes en hidroeléctricas, o habríamos apostado por transporte público que no use combustibles fósiles, también seguramente habríamos evitado los costosos subsidios a los combustibles que se convirtieron en la gran carga de ser un país petrolero. En lugar de invertir en educación, salud o infraestructura decidimos que lo mejor era repartir la bonanza petrolera en forma de gasolina barata. El actual gobierno acierta cuando menciona que reducir la dependencia petrolera, contrario a lo que parece obvio, no pasa por dejar de explotar el petróleo, sino de utilizar correctamente esos recursos para fomentar otros sectores de la economía. Sin embargo el gobierno se equivoca manteniendo unos subsidios costosos solo para evitar el riesgo político que tendría eliminarlos. Independizarnos del petróleo es una de las tareas más importantes que tiene el país, va a ser difícil, va a ser complejo y va a requerir de la colaboración de todos, pero todavía estamos a tiempo de utilizar este recurso no renovable para construir una economía capaz de sostenerse por sí misma cuando se nos agote el petróleo.

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