¿Cuántos queremos este tipo de sociedad?

Pablo Lucio Paredes
Quito, Ecuador

1) El presidente ha dicho “no creo en las herencias”. En realidad poco importa lo que piense personalmente, sino lo que los ciudadanos quieren. ¿Cuántos ecuatorianos no creen en las herencias? Es decir, o trabajan menos a partir de un cierto momento porque ya cubren sus necesidades personales, o consumen lo producido para no dejar patrimonio a sus descendientes. Muy pocos. La mayoría cree en esforzarse, trabajar, ahorrar e invertir para mejorar su vida y la de sus hijos, porque hay una continuidad familiar fundamental que determina el incentivo de la vida (ciertamente también aportar impuestos razonables para mejorar las condiciones de los que tienen menos oportunidades)… podríamos proponer algo simple: que se mantenga la tabla anterior de impuesto a la herencia, salvo para los que, como los miembros de Alianza PAIS, “no creen en las herencias”, a los cuales se les aplicaría un 100% de impuesto.

2) Palabras más, palabras menos, se ha dicho: no solo hay que mejorar las oportunidades de los que menos tienen mediante educación, salud, etcétera… (para lo cual ya existen impuestos), sino que mediante un mayor impuesto a las herencias hay que eliminar la ventaja de los herederos con montos medianamente altos o altos, porque no deben arrancar la vida con una ventaja injusta e inmerecida, pues la construyeron otros y no ellos. Por eso el impuesto confiscatorio hasta el 47,5% y 77,5% (¡es un “orgullo” si fuera el más elevado del mundo!). ¿Acaso muchos padres no se esfuerzan justamente para que sus hijos arranquen en la vida con ciertas oportunidades superiores a las que ellos tuvieron? Una cosa sana es apoyar a que otros con menos oportunidades puedan mejorar, otra muy diferente y peligrosa es bajar a los que algo alcanzaron gracias a sus padres. La pobre visión del cangrejo que no deja a los demás surgir. Una sociedad de envidia y rencor.

3) La herencia es familiar y colectiva. Absurdo: es familiar y se acepta compartir vía impuestos razonables.

4) “No importa, solo pocos ricos llegan a ese nivel”. No es razón, basta que a una persona se le confisque para que sea ilegal e injusto. ¿Si usted fuera parte de esas personas, le parecería justo? Si responde no, entonces debe estar absolutamente en contra. Pero en realidad va a afectar a muchos más ecuatorianos que los que el Gobierno pretende.

5) “Se debe terminar con la estructura familiar del 80% de las empresas” (estructura muy similar en todas partes del mundo). Increíble. Siempre pensé que la empresa familiar era la más cercana al buen vivir, a la economía social y solidaria. Como al Gobierno por definición no le gusta la empresa capitalista, símbolo de explotación, entonces ¿qué empresas quiere en el país? ¿Solo estatales?

6) “No importa si la gente no puede pagar el impuesto, que venda lo que tiene, así se redistribuye”. Otro absurdo, por mil razones, una entre tantas: ¿quién le va a comprar?, ¿alguien más pobre? No, quien comprará aprovechándose de las circunstancias será alguien o igual o más rico, con lo cual empeorará la distribución.

¿Cuántos ecuatorianos apoyan estos absurdos? (O)

* El texto de Pablo Lucio Paredes ha sido publicado originalmente en el diario El Universo.

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