Hacia el reencuentro de una poética del cuestionamiento

Cristian López Talavera

Cristian López Talavera
Quito, Ecuador

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Carlos Lasso Cueva: el poeta que retorna aire.

El poema, revestido en el lenguaje, nos ayuda a develar el pasado e ir construyendo ese puente que enlace la memoria con el atrás. Revivir a nuestros escritores, perdidos en el tiempo y en la historia es el propósito del presente trabajo, realizar una relectura de nuestra poética, tan abandonando por un supuesto canon existente, por tanto, hacer un análisis de la poesía de Carlos Lasso Cueva (Loja, 1951) se hace ineludible para comprender una etapa de nuestra literatura y a quien considero, sin embargo, una de las piezas claves en la formación de la tradición poética ecuatoriana de los años 70 y 80.

Lasso Cueva ingresa a la vanguardia literaria aportando no sólo un lenguaje poético (técnica, figura literaria) también se apropia de un lenguaje combativo; suyo es una poética del cuestionamiento, sin dejar a un lado a la mujer como símbolo de rebeldía y belleza. Poemas de la Guerra (1978)[1]; y ¡… y saluden de mi parte a las golondrinas! (1979)[2].

Entré en contacto con el poeta Carlos Lasso Cueva hace unos cinco años, su visión crítica de la racionalidad de Occidente planteaba ideas iconoclastas. Como casi la mayoría de libros de poesía ecuatoriana, los libros de Carlos Lasso Cueva encontré en las librerías de medio uso y una apasionante lectura, a cada página iba redescubriendo líneas, versos: “porque no confiamos en la paz/ y encendimos oscuramente la claridad/ de la guerra”,  “Abro la luz y aguardo/ lejos de la fiesta la noche se extingue/ como un cadáver no identificado” o “Desde un muro sin víboras verás llegar la vida al ritmo/ de viejas canciones perseguidas (las mismas que cantamos/ en la cárcel)”; ante esta lectura me surgió varias preguntas ¿Cuál fue la razón de los más de 30 años de silencio al no publicar un libro de poemas? ¿Cuál fue la relación que Carlos Lasso Cueva tuvo entre las vanguardias artísticas y políticas en América Latina con su obra? ¿Cómo asumió el combate poético y la problemática de lo moderno y la subyugación de la identidad nacional?

  1. Hacia la búsqueda de un contexto.

La lucha de los escritores de vanguardia en el Ecuador, en los años 30, estuvo dirigida hacia los obreros y sus constantes luchas contra gobiernos dictatoriales. La corriente indigenista reformuló un proyecto de nación. El debate peruano sobre los pueblos indígenas determinaron autores cumbres; José María Arguedas, por un lado; por el otro, César Vallejo desarrollaron una tradición literaria, estableciendo un eje de desarrollo histórico.

El debate se centralizó entre el hispanismo y el indigenismo, el colonialismo y el nacionalismo, categorías en la que no encajaban escritores modernistas y románticos, esto generó un espacio para que en países latinoamericanos vayan surgiendo escritores comprometidos con su realidad Arguedas (1969) plantea al hablar del Perú, pero puede ser leído desde Latinoamérica: “No hay país más diverso, más múltiple en variedad terrena y humana; todos los grados de calor y color, de amor y odio, de urdimbre y sutilezas, de símbolos utilizados e inspiradores. No por gusto, como diría la gente llamada común se formaron aquí Pachacamac y Pachacutec… Vallejo, Mariátegui…”[3], a partir de eso, movimientos como el Realismo Social, el Realismo Mágico, o también, el Boom Latinoamericano abordaron estos temas, como lo plantearía José Carlos Mariátegui, en sus ensayos peruanos, el tema principal los pocos vs los muchos. El pueblo Latinoamericano contra las grandes dictaduras.

  1. El poema como resistencia a los muchos, dando voz al otro.

Ante esto, Poemas de la Guerra, de Carlos Lasso Cueva ahonda los, ya variados temas planteados, ese retorno a nuestro pasado, ese intentar develar un mundo cruel a las que estábamos sumidos. En Canción India, la voz poética nos dice: “Mira cómo el bosque nos llama con una canción/ la patria sabe que vamos con el color de su futuro/ en la sangre”, Carlos Lasso sabe que la reivindicación revolucionaria no solo pasa por ser un diálogo filosófico, sino que necesita rehacer una relectura de nuestro pasado, pero como una reivindicación política.

José Martí ya lo había planteado tiempo atrás, al decir que hasta que no se haga andar al indio no comenzará a andar bien la América, la idea que se necesita realizar es incorporar en el debate, tanto al indio, al cholo, al negro, pero vistos desde los nuevos sectores sociales, porque serán ellos los que le den voz al otro, al que no la tiene; en el poema La Ciudad de Barat nos dice: “Entonces la juventud, para comenzar,/ es solamente/ el simple deseo de encontrar respuestas;/ pero por sobre todo,/ es la seguridad del camino/ que conduce a hallarlas.”

Gran labor literaria tiene este Poemas de la Guerra, porque nos conduce férreamente a la condición de una poética del decir, del cuestionamiento. Si bien el poeta, al publicar este libro, tiene 26 años, pero su discurso devela las contradicciones del capital, en el poema Y Jesús dijo: “Amaos” nos dice: “Creo, que en vista de eso,/ que se puede esculpir en el mármol/ la frase siguiente,/ franca, lisa,/ que tiene el valor de la desconfianza:/ Camarada amor,/ en donde comenzamos/ tú terminas./ Esa es nuestra manera de reivindicarte”.

Carlos Cueva Tamariz, en la contraportada del libro dice: “Joven enfrentado a las tremendas realidades contradictorias de nuestro tiempo […] más también muestra su voz delicada para cantar a la vida el amor” Y así lo ratifica el poema Adulterio: “…palpitan abrazados al gran desprecio/ de la luna,/ mientras la gran prostituta se enreda/ con el sol/ aquellas noches”.

  1. La palabra arde y se quema ahí, adentro.

Manuel Agustín Aguirre en la contraportada del libro “¡… y saluden de mi parte a las golondrinas!, fechado en 1979, indica: “[…] el socialismo no es incompatible con la belleza”, ¿qué hace que un poema no sea un panfleto? L. Trotsky, en su ensayo “Arte revolucionario y arte socialista”[4] indica que existen dos tipos de fenómenos en el arte aquellas que reflejan la revolución, y otras que sin ser revolucionarias tienen la conciencia que surge de la revolución. Carlos Lasso en esta propuesta literaria dirá: “… la vida es/ una ceremonia de historias ansiosas/ que llegan desde el holocausto de la esperanza/ y suben seguramente verdes como la ira/ al punto donde se unen el fin y el comienzo del mundo”. El poema como humanidad. El poeta como ese ser revolucionario que intenta entender su realidad, pero se siente incapaz de transformarlo y escribe “El amor es/ un canto de libertad pronunciando/ en la mitad de la noche”

Este es el discurso en que se enmarca su segundo poemario, Carlos Lasso Cueva da un salto al reino de la libertad (Engels). Si bien este libro es más crudo en las ideas revolucionarias o en lo que denominamos, la poética del cuestionamiento, también ya se ven rasgos del surrealismo, en el poema Homenaje a mi Máquina de Escribir apunta “Tu corazón/ es una metáfora/ integrada/ al casino…/ todas las teclas en orden/ el piano es una cicatriz del sur/… pero tú subirás veredas tanques centinelas”, inmediatamente recordar el homenaje de Lautréamont a ese encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección, ¿qué de similitud mantiene Lasso Cueva con el surrealismo? Su actividad simbólica. El valor de este libro es la rienda suelta que el poeta da a su imaginación, aquí aparecen totalmente elementos, aparentemente lejanos: piano-yodo sanguíneo-caprichosa ortografía-perfume ¿recuerdo de un teatro?

Es un libro urgente. Ya Carlos Lasso Cueva es maduro en su escritura. No se incorpora al hermetismo de poetas triunfadores, transmite su lucha, él ya es un canto de batallas perdidas, sus poemas son relatos de sensibilidad, más humanos.

No sé si Carlos Lasso Cueva sea un poeta socialista, recuerdo en alguna conversa con el poeta Edison Navarro que le comentaba algún poema: “cuando se es poeta, solo sé es”. Y sí que él es poeta, no se ha engañado, ni se ha traicionado, simplemente ha creado una poesía donde nos muestra que el mirar y el pensar con imágenes, también es un acto revolucionario.

[1] Lasso C. Carlos: Poemas de la Guerra, fechado en 1978, impreso en la Casa de la Cultura, núcleo de Guayaquil.

[2] Lasso C. Carlos: ¡… y saluden de mi parte a las golondrinas!, fechado en 1979, impreso en la Casa de la Cultura, núcleo de Loja.

[3] Arguedas, M. José: Cultura y pueblo. 1969.

[4] Trotsky, León: “Arte revolucionario y arte socialista” http://www.anticapitalistas.org/IMG/pdf/Trotsky-ArteRevolucionarioYArteSocialista.pdf

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