El amor gana

Martina Rapido Ragozzino
Quito, Ecuador

El 26 de junio de 2015 la Corte Suprema de Estados Unidos dictó una sentencia histórica que cambiará el futuro de miles de personas. En esta sentencia finalmente la Corte legalizaba el matrimonio gay en todos los 50 estados que componen a Estados Unidos. Es un gran paso adelante para acabar con esa brecha de desigualdad y permitir que todos tengan los mismos derechos. La sentencia llega como un gran regalo para el mes del orgullo gay.

Este 26 de junio seguramente será un día histórico para todos los que han formado parte de la lucha por la igualdad de los grupos LGBTI. Lo cierto es que es el tercer precedente histórico referente a derechos de la comunidad LGBTI que se resuelve un 26 de junio. En el año 2003 se decidió el caso Lawrence v. Texas, donde la Corte declaró invalidas las leyes de sodomía que seguían siendo aplicadas en 13 estados, haciendo sí que las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo ya no fueran consideradas un crimen. Diez años más tarde, el 26 de junio del 2013, la Corte Suprema volvió a emitir un fallo histórico dentro del caso Estados Unidos v. Windsor, al declarar inconstitucional la sección 3 de la Ley de Defensa del Matrimonio (DOMA) en base a la quinta enmieda. Finalmente, este año la Corte Suprema volvió a superarse a sí misma. Dentro del caso Obergefell v. Hodges la Corte determinó que el matrimonio gay es constitucional bajo los derechos consagrados en la catorceava enmienda a la Constitución americana.

Con este fallo finalmente todas las historias de amor entre personas del mismo sexo tendrán un final feliz. Y es así porque, a mi parecer, con esta sentencia el amor verdaderamente gana. Con esto la comunidad LGBTI podrán dejar de ser considerados diferentes, al menos en este ámbito, y disfrutar del amor que los une a su pareja como los heterosexuales lo han venido haciendo desde hace siglos. El amor gana porque la Corte Suprema no solo aplicó los preceptos constitucionales sino que comprendió la importancia misma del matrimonio. Esto es evidente en el párrafo de conclusión de esta sentencia, donde el juez Kennedy concluye: “Ninguna unión es más profunda que el matrimonio, ya que encarna los más altos ideales de amor, fidelidad, dedicación, sacrificio y familia. […] Sería malinterpretar a estos hombres y mujeres decir que faltan al respeto a la idea del matrimonio. […] Su esperanza es no ser condenados a vivir en soledad, excluidos de una de las instituciones más antiguas de la civilización. Piden igual dignidad a los ojos de la ley . Y la constitución les otorga ese derecho.”

Ese párrafo es conclusión de 103 hojas de sentencia, ese párrafo es la nueva esperanza para las parejas del mismo sexo, es un precedente para todas las naciones del mundo. Obama en su discurso dijo que es un avance para América y lo único que se me ocurre pensar es que esa oración no debe entenderse a la definición reductiva de América que la asemeja con Estados Unidos, sino América como todo el continente americano. Espero sinceramente que los demás países poco a poco se sumen a este cambio que se ha venido dando de país en país en los últimos tiempos.

Fue emocionante ver las lagrimas de felicidad de la gente que esperaba –junto a su otra mitad– la decisión de la Corte Suprema. Me sentí cercana a todas esas parejas que por años han tratado de unir sus vidas pero que, por una lectura absurda de textos legales y bajo influencia de otros ámbitos, no habían podido hacerlo. Quería estar con ellos allí festejando porque esto –espero– puede dirigirnos a un mundo más tolerante, más igualitario, más empático.

Al ver tanta felicidad no pude no preguntarme cuando será el momento en que ya no sea necesario esperar fuera de una corte o de un congreso estas decisiones. Cuándo será el día en que el matrimonio igualitario deje de llamarse igualitario y pase a ser puro y simple matrimonio. Cuando será el momento que las personas puedan dejar de luchar por algo que –considerando que todos nacen con los mismos derechos– deberían poder hacer sin limitaciones.

En el país ha habido avances pero aún queda mucho por hacer. No es lo mismo permitir la unión de hecho que permitir el matrimonio. Justamente es ese análisis sobre el significado de esta institución lo que hace el juez Kennedy y lo que no hemos hecho en el Ecuador. Lo cierto es que la institución del matrimonio se sigue manteniendo en el Código Civil igual que estaba en el Código Napoleónico pero, tal vez, sea necesario que alguna Corte analice la Constitución para llegar a la misma conclusión que la Corte Suprema estadounidense. Considero que el matrimonio entre personas del mismo sexo debe permitirse. Y debemos caminar hacia ese ideal porque todos somos iguales, todos tenemos los mismos derechos, porque todos deben tener la oportunidad de juntar su vida a la de la persona que aman y finalmente porque el amor gana, el amor gana siempre y sobre cualquier forma de discriminación.

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